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El hombre tranquilo

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pellegriniHace poco más de un año, el 11 de mayo de 2013, el Manchester City perdió de forma estrepitosa la final de la FA Cup, el torneo más antiguo del mundo. En el imponente Wembley, donde la gloria aguarda, un gol en el descuento de Ben Watson hizo estallar la locura entre los aficionados del Wigan Athletic. Fue un desastre monumental para el City; también fue la sentencia para Roberto Mancini.

Para entonces, en el Etihad Stadium, el nombre de Manuel Pellegrini llevaba tiempo escuchándose a escondidas. Pero aquel día los aficionados citizens corearon a Mancini y dejaron claro que no querían al chileno en Manchester. A Mancini las críticas le acompañaron siempre y llovieron desde todos los ámbitos, salvo desde la grada.

El Manchester City no había ganado una liga desde 1968 ni una FA Cup desde 1969. Quizás por ello, cuando Sergio Agüero remató a gol en el último minuto de juego de la temporada 2011/12 Roberto Mancini quedó consagrado para siempre. Su equipo se había dejado puntos aquí y allí, tenía una plantilla para sembrar el pánico y nunca terminó de convencer, pero… ¡qué decir de esa forma de campeonar!

En 2012 el City tenía estructura de gigante europeo, pero sólo pudo ganar la Premier League cuando el Manchester United comenzaba a celebrarla sobre el césped, in extremis. Venció de imprevisto, como si aún no quisiera aceptar la etiqueta de favorito. Su afición lo celebró de esa forma, de la forma que celebra quien lleva esperando más de cuarenta años. Todo encajaba.

efe pellegriniTodo menos el plan estratégico de quien dirige un club de tal envergadura. Las celebraciones románticas son para la grada. El Manchester City había formado ya un proyecto ganador que ahora debía mantenerse en el tiempo para pasar a ser dominador, como el gran rival de la ciudad lo había sido.

Con esas expectativas aterrizó este verano Manuel Pellegrini. Al escenario reticente y escéptico, además, debió sumarse la tarea de manejar una de las mejores plantillas del continente. Él, que se sentó en el banquillo del Real Madrid, uno de los equipos que más entrenadores ha triturado en poco tiempo, supo desde el primer momento del grado de dificultad de su próximo reto.

En la primera temporada de Pellegrini como entrenador el Manchester City ha vuelto a conquistar la Premier. Esta vez sin drama ni celebraciones agónicas en el último suspiro. Fue una victoria clara, contundente y previsible; casi obligada. No hubo estridencias, sólo la satisfacción del trabajo bien hecho.

Esa forma de ganar no es sino la de los campeones habituales. No se trata de un mérito menor del conseguido por Mancini, a pesar de la efusividad de aquel trofeo conquistado en 2012. Más bien todo lo contrario. Por primera vez en mucho tiempo el City ha sido una máquina de ganar que ha reducido progresivamente sus tropiezos inesperados.

Manuel Pellegrini merece su crédito. Sin duda ha sido una de las ediciones recientes que más competidores ha puesto en liza. Los ‘sky blue’ se han impuesto al renovado Liverpool de Brendan Rodgers, al enésimo e ilusionante proyecto de Arsène Wenger con el Arsenal y, claro, al potente Chelsea de José Mourinho. El Manchester United, con turbulencias post-Ferguson de por medio, ni tan siquiera ha sido rival.

El ex entrenador de Villarreal, Real Madrid y Málaga ha puesto la segunda piedra capital de un proyecto de nivel europeo. Tras la rotura de cadenas llevada a cabo por Roberto Mancini, Pellegrini ha resuelto con éxito el paso siguiente de un club con las máximas aspiraciones. Para el chileno, la presión ya no cederá ni un ápice, pero será a partir de ahora cuando pueda descubrirse como un ganador nato ante el continente. Un reto fascinante para un hombre tranquilo.