Inicio Opinión Antonio Oliver Del Bosque: la normalidad del especialista en equilibrios fecundos

Del Bosque: la normalidad del especialista en equilibrios fecundos

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delbosCuando alguien actúa con tranquilidad y mesura corre el riesgo, a veces, de hablar sin sustancia, no aportar nada en la opinión o huir del riesgo en los juicios que emite. No  es el caso de Vicente del Bosque. Habla tranquilo pero habla de todo y no utiliza ni una excusa. Su equilibrio no es hueco, muy al contrario, es fecundo y está lleno de matices que hablan por sí solos. Sabe que le están haciendo el traje de cada campeonato y que esta derrota, trascendente e inapelable, es munición para quienes no soportan su empecinada manía de ganar o perder sin estridencia y fiel a una idea de relación con la pelota.

Es un poco iconoclasta, destroza las imágenes más tópicas del fútbol y reduce todo al hecho mismo, sin valores extraordinarios o dramas anticipados: “no hemos hecho nada malo, solo es una derrota deportiva” Esa forma que tiene Del Bosque de relativizar y normalizar la humillación, la debacle, el hundimiento o el fin de ciclo, choca con quien vive el fútbol como un espacio de situaciones extremas, sin términos medios y obligado al desgarro permanente. El Seleccionador jamás pierde el  sitio y concede un lugar privilegiado al factor humano.

Es posible que la Selección de España haya perdido, también lo sugirió el Seleccionador, el hambre y la necesidad de triunfos. Puede ser que haber ganado tanto haya mermado parte del genio que atesoran estos jugadores. Es posible, pero el pasado cercano aconseja dar un margen y esperar acontecimientos. Hay cierta precipitación en algunos juicios, que ya aseveran y anuncian la descomposición del grupo y la vulgarización de su fútbol. No se puede ir, en noventa minutos, del honor de los campeones al descrédito de un perdedor irredento. A lo peor nunca vuelve aquella selección pero, para no volver primero tiene que irse y, que yo sepa, todavía sigue ahí y con dos partidos por delante.

Poner paños calientes a la derrota frente a Holanda es necedad. Se pasó de la ocasión de matar el partido al gol que nos mató. A partir de ahí España se desajustó, ralentizó su juego, perdió el brillo y la idea. Mientras jugadores portentosos-Piqué, Ramos, Casillas- entregaban sus armas a base de errores de principiante los holandeses, que corrieron tras el balón en la primera parte, lo robaron en la segunda y destrozaron a la campeona del mundo. Dolorosa escena la de España por el suelo y Holanda celebrando como si el primer partido fuera el  último. Sin embargo ni es momento de dramas ni de juicios definitivos. Sin restar gravedad al marcador y a la imagen, me atrevo a pensar que España comienza su Mundial, no le queda otra, frente a Chile y que, si tiene que caer, lo hará como cae una selección de su nivel: jugando al fútbol y no mirando cómo juega el rival. Lo que viene será otra historia, seguro.