Rodrigo de la Torre.- Comienzan las finales de la Liga Endesa. A lo largo de toda la temporada la competición ha hecho una selección, en la que de los dieciocho posibles herederos al trono de toda la familia ACB, solo ocho tienen la oportunidad de demostrar por qué han de ser proclamados reyes del baloncesto español. El pasado 29 de mayo comenzaba la guerra de sucesión, y los elegidos fueron Real Madrid, Valencia Basket, F.C. Barcelona, Unicaja Málaga, Herbalife Gran Canaria, Labora Kutxa de Vitoria, Cajasol de Sevilla y CAI Zaragoza. La elección era complicada, por ello la nobleza y el alto clero decidió que la mejor forma de decidir quién era meritorio de ser coronado, era mediante el asalto a una fortaleza; de forma que el que llegara primero al último piso de la torre más alta, donde se encontraba la corona, sería el nuevo rey.
Los guerreros se entrenaron para el asalto durante más de una semana, y cuando llegó el momento, todos estaban preparados. La primera parte de la conquista consistía en derrotar a un ejército en la plaza de entrada; los vikingos y los culés fueron los más rápidos y pasaron esta prueba en dos batallas, derrotando a maños y vascos respectivamente. Sin embargo; los taranjos y los malagueños tuvieron que alargar a tres días de guerra debido a las dificultas que tenían para vencer a sus rivales. Comenzaba la segunda prueba, esta se desarrollaba a la entrada de la torre; aquí tendrían que enfrentarse entre ellos. El ejército de Unicaja se enfrentaría al del Real Madrid y el de Valencia al del Barcelona. Esta prueba se hizo eterna para los cuatro, dado que ninguno se rendía, tuvieron que llegar a la quinta y definitiva batalla en la que no valía la rendición; vence o muere. Al final de esta los blancos y los blaugranas salían victoriosos aunque con heridas muy profundas, tras derrotar a sus adversarios vieron cómo se habría ante ellos la entrada de la torre. Sin esperar a que el otro moviera ficha primero ambos subieron corriendo hasta el último piso…
Al llegar a la parte más alta de la torre vikingos y culés estaban exhaustos; sin embargo, a pesar de que ellos creían que las batallas habían acabado, les quedaba una última guerra por disputar. Ahora ambos se encuentran con las espadas desenvainadas a punto de empezar la última lucha.
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