Inicio Mundial Brasil 2014 Alemania humilla a Brasil en una noche de fútbol histórica

Alemania humilla a Brasil en una noche de fútbol histórica

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Thomas MullerLa selección entrenada por Joachim Löw rompe en un partido memorable el sueño del país organizador del Mundial. Uno tras otro, y hasta llegar a la cifra de siete, cayeron los goles de los atacantes alemanes sin que Brasil supiese dar respuesta.

El martes 8 de julio de 2014 es, de hoy y en adelante, uno de los días que desde este momento serán recordados en los libros de historia del fútbol. La primera semifinal del Mundial de Brasil, que enfrentó a dos selecciones que acumulan ocho títulos mundiales, vio cómo la favorita y Pentacampeona se desmoronó hasta firmar su peor partido en décadas.

Se esperaba un choque de titanes, pero sólo existió Alemania. La presión para Brasil, con el viento a favor para seguir escribiendo su cuento de hadas e historia dorada, se convirtió en el Talón de Aquiles que dio rienda suelta a su debacle monumental.

Los once jugadores que conformaron el equipo alemán –que ya para siempre serán repetidos en sucesión ininterrumpida marcada a fuego en el imaginario de todos los aficionados- atisbó la flaqueza de su oponente en los primeros compases. Esperó, organizó su embestida, y cargó de manera decidida sin concesiones.

La presión se inició siempre en ¾ de campo, allí donde la jauría de lobos hambrientos que era el ataque teutón sabía que haría temblar a los zagueros brasileños. Sin Thiago Silva, capitán y líder espiritual de la tropa local, las piernas nunca dejaron de temblar por delante de la meta de Julio César.

khediraEnfrente no pudieron encontrar rival peor. Klose y Müller, Khedira y Kroos, Lahm y Schürrle, todos representan el espíritu del combinado dirigido por Löw y que hasta ahora sólo había amenazado con dejar escapar su potencial. La Caja de Pandora se abrió en el momento preciso, cuando un aspirante a la gloria debe dar el golpe que haga temblar los confines de la Tierra.

La senda victoriosa la inició Thomas Müller, el futbolista atemporal. Como siempre, apareció allí donde nadie le esperaba-ni tan siquiera la defensa brasileña- para hacer lo que mejor sabe: venir, ver, vencer. El minuto 11 abrió de par en par las puertas a una de las exhibiciones y a una de las caídas más grandes que se recuerdan y se recordarán.

18 minutos de acoso y derribo sin pausa, sin respiro. Cinco goles para hacer hincar la rodilla  a la máxima favorita y en su propio territorio. El engranaje no cesó su traqueteo hasta la media hora de juego. Para entonces Brasil ya era pasado de su propio Mundial.

Klose y su desempeño como punta de lanza para acabar firmando el gol que le distancia de Ronaldo en la lista de goleadores históricos de los Campeonatos del Mundo; Sami Khedira y sus pulmones inagotables de locomotora perfecta, Kroos y su dominio apabullante de la estación de mando de su equipo; Lahm y su destrozo continuo sobre la banda del lateral Marcelo.

El 0-5 no fue suficiente para Alemania, y raudos retomaron su escalada hacia la Historia tras el descanso. Dos goles más llegaron tras robos milimétricos y ataques fugaces, y para entonces aprendieron los niños alemanes que nunca más deberán preocuparse por aquello de la posesión. El fútbol era esto.

A la legendaria lista de goleadores formada por Müller, Klose, Khedira, Kroos y Schürrle se unió en última instancia Oscar, que aprovechó el último despiste alemán cuando los de Löw ya celebraban su heroica victoria.

De nada sirvió, pues lo que sobre el césped quedaba para entonces no eran más que los últimos apuntes a pie de página de una noche imborrable para el fútbol. La noche en la que Brasil volvió a revivir sus peores fantasmas y marcó a toda una generación, la noche en la que la Alemania temible se quitó la careta para lanzarse a por su cuatro título mundial.