Francisco Javier López Frías. Doctor en Filosofía
El mercado de fichajes 2014-2015 es ya histórico. Un puñado de clubs entre los que se incluyen F.C. Barcelona, Manchester United, Real Madrid, Liverpool, PSG, y Chelsea. Varios de estos clubes han batido o igualado el récord del fichaje más caro de su historia, con Luis Suárez, Angel Dí María, James Rodríguez, David Luiz, Diego Costa como protagonistas. Ante este hecho, parece que el objetivo de un Fair Play Financiero que equipare fuerzas entre los equipos más débiles y los más poderosos es un espejismo. Pero esto no debe sorprendernos, pues la misma propuesta del Financial Fair Play, fue creada a modo de espejismo, las normas que la componen no pretendían en ningún momento repartir justicia, sino mantener un estado de cosas dado.
Si se pretende repartir justicia, hay que ir a la base de los problemas. La justicia económica tiene que contrarrestar aquellas diferencias que están a la base y a raíz de las que perpetúa la repartición desigual de los recursos. El Fair Play financiero nunca pretendió algo así. Sino que su motivación principal es la de evitar que los equipos gasten mucho más de lo que tienen. Es cierto que este gasto desmesurado es parte del problema, pero no lo importante. Lo que parece preocupar a la UEFA es que los equipos se endeuden hasta tal nivel que se ponga en peligro su supervivencia y, por extensión, la de las competiciones que ella maneja. Pero este control del gasto no hace nada respecto al problema esencial: el que genera 100 millones sigue gastando 100, y el que produce 1 millón, sólo dispone de esa cifra para reforzarse, y a veces ni eso. Con ello, las diferencias entre los grandes y los pequeños no hacen más que agrandarse a un ritmo vertiginoso.
Así, por ejemplo, en el primer partido de Liga, el Córdoba se enfrentó al Real Madrid. Este último ha invertido 110 millones, mientras que el club andaluz ha firmado a más de 14 jugadores a coste cero, sin gastar ni un euro. La grandeza del fútbol quiso que los blanquiverdes se las hicieran pasar mal al todopoderoso Real Madrid, sin embargo, no es cuestión de que el fútbol, y sobre todo, el esfuerzo y la ilusión que mueven a los más pequeños, acaben “igualando las fuerzas” en momentos puntuales, sino de que las instituciones estructuren el deporte de un modo más justo. Para ello, no basta con que el máximo órgano futbolístico europeo implante una normativa para controlar el gasto—que, además, se queda corta y no es tomada en serio por los grandes—, sino que se trate de repartir justicia de verdad yendo a la base del problema. Para ello, hace falta el convencimiento de que un cambio en el sistema de traspasos y la financiación del fútbol europeo es necesario. Todos los clubs e instituciones deben poner de su voluntad para cambiar esto, pues a lo que nos encaminamos es a un fútbol dominado por 4 clubes poderosos a los que el resto sirve de teloneros.
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