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La combatividad de De Marchi tiene premio

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Alessandro De MarchiAlessandro De Marchi se ha impuesto en la séptima etapa de la Vuelta a España 2014 tras culminar con éxito la fuga del día en la que consiguió involucrarse. La jornada ha estado marcada por las numerosas caídas, entre las que ha destacado la de Chris Froome.

El pelotón internacional siempre cuenta con ciclistas que se distinguen por su amor -o locura- hacia las fugas interminables que rara vez llegan a buen puerto. Son como los viajeros modernos que aún intentan mantener el romanticismo perdido de descubrir lugares hasta entonces desconocidos. Igual que ellos, que en el fondo saben que su actitud tiene más de resistencia en balde que de convicción -pues alguien ya pasó antes por allí-, los ciclistas amantes de las escapadas parten del gran grupo sabiendo que a su destino no arribarán en solitario y vencedores, sino exhaustos y vencidos.

Alessandro De Marchi (San Daniele del Friuli, Italia) pertenece a esa extirpe. El corredor de Cannondale confirmó sus convicciones en el pasado Tour de Francia. Allí fue galardonado con el premio a la combatividad de la carrera tras sus mil y una escaramuzas durante la ronda francesa. Todas sus aventuras tuvieron la misma característica común: no ganó en ninguna de sus intentonas. Sin embargo, es en ese esfuerzo continuo y a priori fútil en el que el ciclista viajero logra conectar con el aficionado al ciclismo. El amante de la bici amateur sale a la carretera sin ninguna línea de meta con champagne esperando; sale a pedalear día tras día, a sufrir, sin mayor premio que el de disfrutar de ese maldito deporte. Viendo a De Marchi pedalear sabiéndose vigilado la comunión es instantánea.

De camino a la localidad de Alcaudete el italiano vestido de verde volvió a marcharse de nuevo. Le acompañaron Johann Tschopp, Hubert Dupont y Ryder Hesjedal; y juntos se implicaron en la noble tarea de plantar cara a todo un pelotón. El juego de locos, eso sí, salió bien esta vez. El esfuerzo de los cuatro -sobre todo de Hesjedal, que se cayó de forma dramática tras vaciarse- permitió avistar el imponente Castillo de la ciudad con más de tres minutos de renta.

De los que quedaron en pie el más fuerte no tardó en probarlo. En uno de los numerosos repechos dispuestos durante toda la jornada De Marchi lo intentó y se marchó en solitario. Nadie lo volvió a ver hasta llegar a meta. Y allí, eufórico y con los brazos en alto, entró el italiano interpretando el papel de vencedor. Tras sus muchos viajes sin premio, Alessandro De Marchi consiguió por fin descubrir un lugar nunca antes conocido para él: la meta de una gran vuelta cuando aún no ha llegado nadie.