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Los buenos jugadores siempre aparecen

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A lo largo de la historia del baloncesto mundial se han realizado grandes actuaciones individuales en partidos que pasarán a la historia. Sin embargo, y a pesar de los grandes anotadores que se han labrado un nombre en nuestro deporte, hay jugadores que se recuerdan más por su liderazgo, hambre de victoria y sangre fría en los momentos más complicados del encuentro. Aquellos en los que se puede confiar para darles el último balón en los compases finales del partido, y a los que no les importa que la responsabilidad recaiga sobre sus manos, aunque hayan estado desaparecidos en la mayor parte de los minutos.

Es el caso de Boris Diaw en el pasado encuentro contra Serbia en la fase de grupos del Mundial 2014. El jugador de los San Antonio Spurs, que en ningún momento del partido se había encontrado cómodo con su juego y que llegaba al último período con tan solo dos puntos, fue el responsable de la victoria de su equipo en el minuto final. Sin embargo, antes de derrotar al combinado nacional serbio, los franceses tuvieron que remontar una desventaja de diez tantos a la vuelta del descanso. En esta remontada el técnico francés supo usar a su banquillo que anotó 33 de los 74 puntos del combinado nacional, con jugadores como Edwin Jackson y Antoine Diot realizando una actuación soberbia anotando 15 y 12 tantos respectivamente, y un Rudy Gobert que realizó el trabajo sucio en la defensa neutralizando al pívot serbio Miroslav Raduljica, autor de 19 puntos y 8 rebotes.

No obstante, la selección de Serbia supo mantener la compostura ante la remontada francesa. El base suplente Milos Teodosic suplió perfectamente a un Stefan Markovic ni veía la canasta ni terminaba de congeniar con sus compañeros. El serbio hizo gala de veteranía y experiencia organizando a los suyos,y durante un momento los serbios volvieron a recuperar la ventaja; sin embargo, se encontraron un Nicolas Batum que jugó más para sus compañeros que para engordar sus estadísticas. El francés jugó un increíble partido moviendo el balón, reboteando y anotando en los momentos clave.

Al llegar a los compases finales ningún equipo lograba alcanzar una ventaja superior a los tres puntos, llegando así a los treinta segundos finales con Francia dos abajo y Boris Diaw con el balón. El pívot de los Spurs se había pasado la mayor parte del encuentro en el banquillo por problemas de faltas; sin embargo, el técnico francés apostó por él para disputar los minutos cruciales.

Ante un aclarado por parte de sus compañeros, Diaw decidió atacar el aro; sin embargo, y a pesar de la sólida defensa logró anotar la canasta que empataba el encuentro, demostrando que no hay que meter 30 puntos para ser un jugador decisivo. No obstante, no fue solo decisivo en el ataque, en el otro lado de la cancha y a falta de diez segundos logró tocar el balón lo justo para que Bogdanovic perdiera el balón durante su penetración. En la jugada final fue Joffrey Lauvergne el que diera la victoria a Francia al provocar una falta que fue más que polémica y que tras numerosas repeticiones no terminaba de convencer a nadie. El pívot anotó el primer tiro libre y lanzó el segundo hacia un lado del aro para que no entrara y consumir los 1,1 segundos que quedaban.

El combinado francés demostró una gran sangre fría durante su remontada. En lugar de recurrir a individualidades, los jugadores movieron el balón hasta encontrar al hombre libre de defensa pudiendo así realizar un tiro más sencillo. A pesar de bajas como Tony Parker, Joakim Noah… Esta selección está demostrando que viene a dar guerra y que es aspirante a todo.