Inicio FC. Barcelona ¿Nos importa ahora que siga sin hablar?

¿Nos importa ahora que siga sin hablar?

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MessiLa respuesta es sí, pero la abordamos más adelante.

Quien ose sentenciar tras dos semanas de competición, no merece ni el crédito que otorga la respuesta de cortesía. Nadie se erige en divino ni se difumina en el denso pasaje de la melancolía en cuatro días. Sólo se atisban mecanismos, comportamientos, actitudes. A través de estas últimas se llegan a conclusiones seguramente inexactas pero aproximativas cuanto menos. Las mías sobre este nuevo Barcelona transitan por la humildad de un equipo sabedor que empieza de cero y no es nadie; también sobre la solidaridad, de unos jugadores que ven más allá de su dorsal y que corren, palabra clave en el fútbol, siguiendo un concepto cristalino instaurado por su testarudo entrenador; y por último, el hambre, la de unos futbolistas llegados este verano cuyos palmarés salivan por gloria y reconocimiento, y que al amparo de leyendas en activo, encaran cada encuentro como si de finales se tratasen. Esperanzador cóctel. Sin embargo, si esta fórmula parece brillar lo es por otro factor: Lionel Messi.

MessiEl de antaño, no el del último año y medio. No me aventuro todavía a pronunciarlo en voz alta, a compararlo con aquel casi etéreo e intocable superclase en sus primeros años en la primera plantilla. Pero sin duda, es otro Messi. ¿La razón del cambio? Nadie la sabe. Seguimos sin escuchar al futbolista mejor pagado del planeta, a uno de los capitanes de la plantilla. Inaceptable. Pero el club, sabedor de que posee al más determinante jugador del mundo, lo protege (¿?) de la incisiva prensa maltratando de este modo al socio. Una masa culé que parece no importarle este hecho viendo como se está luciendo su jugador bandera, consciente de que con el viejo Leo, no hay trofeo inalcanzable. Dos notables encuentros le han bastado al 10 azulgrana para disipar la cortina de duda y enfado que cubría su aura tras sus pésimas actuaciones en envites de nivel la temporada pasada. Sin Mundial a la vista, ni Hacienda tras sus pasos, y con el suculento contrato de 20 millones de euros anuales asegurando su futuro y el de sus generaciones venideras, parece que ha vuelto el mejor Messi. Luis Enrique también habrá tenido que ver en la transformación. Todo ello hace de este Barça un verdadero equipo todavía en progresión.

DouglasSólo el TAS separa a la entidad de una sanción de un año sin poder hacer incorporaciones. Mal asunto, aunque es cierto que se han hecho los deberes este verano, pero futbolistas como Reus, por ejemplo, se escaparán porque los grandes no perderán la ocasión de atarlo. La Masía está ahí, siempre productiva, y se podrán recuperar a los cedidos, pero es un gran contratiempo. Ante ello, el club se ha traído al semidesconocido Douglas, el tercer lateral derecho del plantel. Inaudito. Operación complicada de entender desde cualquier ángulo. 24 años y sin ser internacional, ardo en deseos de verle jugar y comprobar que es mejor futbolista que Montoya.

Andoni Zubizarreta y Luis Enrique le avalan. Su éxito será el suyo, al igual que su fracaso. Peligroso escenario. Viejos fantasmas (Henrique, Keirrison, Chygrynskiy) continúan apareciéndose a algunos por los despachos del Camp Nou. Veremos en que se convierte el bueno de Douglas.