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Hesjedal encuentra redención en La Camperona

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Ryder Hesjedal se ha impuesto en la décimo cuarta etapa de la Vuelta a España 2014 tras resolver con éxito su fuga dentro de la escapa del día. En las rampas de La Camperona Chris Froome recortó segundos a Contador para situarse tercero en la general. Valverde flaqueó pero mantiene la segunda plaza.

Ryder HesjedalDesde hace días circulaba por internet un vídeo de la caída que sufrió el canadiense Ryder Hesjedal camino de Alcaudete y en el que su bicicleta se hizo protagonista. Tras besar el asfalto en una curva descendiente a izquierdas, la inercia mantiene la vida en los engranajes de tal forma que sus ruedas parecen impulsadas por un motor. Su equipo, el Garmin-Sharp se apresuró a desmentir la sospecha, pero en el ciclismo la duda nunca se desvanecerá. Sobre nada.

Sin embargo Hesjedal, batallador durante toda la carrera, redobló sus esfuerzos y de nuevo en la jornada de hoy consiguió inmiscuirse en la escapada de valientes del día. Horas después rodaba ya en solitario, a más de 1.200 metros de altitud, y con la única visión del suizo Oliver Zaugg en el horizonte. Por delante, además del ciclista de Tinkoff-Saxo, tres kilómetros enloquecedores con pendientes absurdas.

Todos agacharon la cabeza e impulsados por el cuerpo al completo avanzaron metro a metro; pensando: el ciclismo moderno era esto, era esto. Por detrás, lejos de la cabeza de carrera, el grupo de favoritos se plantó en la base del puerto final apresurado y mal vestido. Alejandro Valverde probó suerte el primero, intentando morir matando, pues se conoce y supo que el oxígeno no le aguantaría mucho más.

Con su aceleración no descolgó a los elegidos, pero sí al resto. También hizo sufrir al británico Froome. O quizás Froome decidió seguir jugando al escondite, pues desde ese momento rodó a cola de grupo haciendo la goma. Sólo para lanzar su ataque demoledor en el kilómetro final. Mirando su pulsómetro, claro.

Pero antes vislumbraron el arco del triunfo ciclista Zaugg y Hesjedal. El primero lo dio todo en su intento de distanciarse de los fugados. Hesjedal guardó un resquicio de fuerza en lo más hondo de su ser, quizás pensando en responder a los que dudan de él. A 200 metros de meta Zaugg agonizaba y el canadiense avanzaba a zancadas –ya no a pedaladas sufridas- hacia la victoria.

La estampa, salvo por la cuesta infernal, volvió a recordar a las que el ciclismo ofrece, por plasticidad, en los días señalados. Un corredor vencido, recién vencido, que sigue pedaleando con los dientes apretados mientras observa cómo su rival alza los brazos y cae rendido una vez superada la meta. Así atravesó Hesjedal las puertas del infierno para salir a la luz, para no mirar atrás ni ver lo que había ascendido.

Sí miraron las cámaras, que pronto pudieron vislumbrar la silueta negra, rojiblanca y roja de los primeros de la clasificación general, a excepción de Valverde. Llegó Froome primero, tosco y mecanizado, mientras por detrás revoloteaban casi marchitados Joaquim Rodríguez y el líder Alberto Contador, quien por primera vez mostró debilidad.

Y en esos metros finales donde Contador flaqueó hallaron la primavera tardía sus perseguidores. Esperanzados, tanto Froome como Rodríguez esperan que mañana brille el sol en Lagos de Covadonga.