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Francia perdió el partido, Batum lo ganó

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descarga (1)La semifinal que enfrentó la pasada jornada a las selecciones europeas de Serbia y Francia fue, y con mucha diferencia, el mejor encuentro de este mundial. Sin embargo, no fue el partido en sí lo que enamoró a los aficionados, no, fueron dos hombres los que hicieron que el público no pudiera relajarse en un solo momento, fueron dos hombres los que provocaron que los amantes de este deporte recuerden lo que es el verdadero baloncesto. Durante cuarenta minutos desapareció el baloncesto moderno, en el que lo importante es el físico y donde la técnica pasa a ser un apartado casi olvidado; se volvió al baloncesto de los años setenta, ochenta, noventa y principios del dos mil, en el que el aficionado iba al partido para ver la belleza con la que un equipo movía el balón, un tirador lanzaba con una puntería casi infalible o un base demostraba su perfecto control del balón y su fantástica visión de juego.

Fueron Milos Teodosic y Nicolas Batum los que hicieron que el público sintiera esa sensación que empieza por la nuca, baja por la espalda y provoca después un escalofrío. Sin embargo, cada uno lo hizo en su momento, mientras que Batum se recuperaba de un golpe sufrido en la primera parte del encuentro, el serbio jugaba uno de los mejores partidos de su carrera. Teodosic fue el mayor pilar de la victoria serbia; a pesar de no asistir mucho a sus compañeros, el base llegó al descanso con 18 puntos, provocando una ventaja de 14 tantos sobre los franceses.

No obstante, al serbio le duró poco tiempo la alegría, al comienzo del tercer período el entrenador francés hizo un cambio defensivo en el que Batum pasaba a defender a Teodosic, y tras esto, se pudo ver el serbio casi desaparecía del encuentro, además de una de las mejores actuaciones individuales en muchos años. El alero de los Portland Trail Blazers llegó al descanso con una anotación de 10 puntos, lo que nadie sabía era lo que se avecinaba.

Antes de seguir comentado el encuentro quisiera hacer una comparación. En la tercera película de la famosa saga de Rocky, se ve como el protagonista un famoso boxeador, resulta derrotado Clubber Lang, quien le había retado a combatir por título. Rocky había resultado vencedor en diez combates por el título antes de enfrentarse a Lang, por lo que se confío y no entrenó lo suficiente; como consecuencia pierde el título tras caer K.O. Ante la humillación recibida decide pedir la revancha al reciente campeón, pero esta vez entrenando y preparándose como nunca lo había hecho. Finalmente, Rocky arrasa en el combate y recupera su título.

Tras recibir un golpe en el segundo cuarto que le dejó en el suelo durante varios segundos, Batum tuvo que retirarse al banquillo y no volvió a entrar en cancha hasta la vuelta del descanso. El alero francés cayó, tal y como le paso a Rocky, y aunque finalmente no pudo hacerse con la victoria, paso literalmente por encima de los serbios. Primero, frenó a Milos Teodosic, que había hecho una actuación soberbia en la primera parte, y después en el cuarto período, cuando parecía que los franceses no tenían nada que hacer, anotó 19 de los 25 puntos que anotó en la segunda parte, además de continuar con el soberbio trabajo en defensa; solo permitió 6 puntos del base serbio en dos cuartos, aunque estos dos triples fueron claves en la victoria serbia.

No obstante, Francia no logró hacerse con la victoria perdiendo el partido en los últimos segundos. Sin embargo, la actuación del alero quedará grabada en nuestras memorias y muchos piensan que a pesar de la derrota de su equipo, el salió victorioso del encuentro. Aunque no fue solo Batum quien empujo a que el combinado nacional francés tuviera opciones de luchar por el partido en los minutos finales, la afición fue soberbia y puso mucho de su parte, y no solo la de Francia. Los serbios no cesaron sus ánimos en ningún momento del encuentro, y, aunque duela reconocerlo, la afición española es un cachorro recién nacido al lado de dos leones adultos.

Es algo de lo que no se ha hablado mucho pero es una realidad, el público tuvo también parte de la culpa en la derrota española ante los franceses. Apenas se oyeron ánimos a lo largo del partido y si los hubo, no duraron más de diez segundos; se pasa de puntillas cuando se habla de este tema, pero la verdad es que, a pesar de ser muchas menos personas, se escucharon más a los franceses que a los aficionados locales. Es por esto, por lo que no siempre hay que arremeter solo contra los jugadores y el cuerpo técnico en una derrota, sino que a veces, personas ajenas al equipo pueden ser también culpables.