El Real Betis Balompié ha eliminado al Club Deportivo Lugo en la tanda de penaltis de su partido en el Benito Villamarín y sigue adelante en la Copa del Rey. Ni locales ni visitantes consiguieron mover el marcador en los 120 minutos de juego y todo quedó por decidir en los lanzamientos desde los once metros. En la quinta y definitiva ronda David López mandó alto su lanzamiento antes de que Álvaro Cejudo cerrase el partido con su gol.
Era miércoles, era tarde y nadie sabía ya qué hacer en el Benito Villamarín. Quién más y quién menos hubo de pensar en qué oportuno momento se le pasó por la cabeza que sería buena idea acercarse a ver el partido de Copa. También puede imaginarse que estuvieron en esa tesitura los jugadores, aunque ellos habrían de ir obligados. Y sí, hubo despliegues tácticos, hubo carreras sobre el césped y surgieron ocasiones en una y otra portería. Pero el gol nunca se materializó.
Llegó el Lugo desde Galicia con su bloque compacto y sus automatismos engrasados, pisó en firme y los cimientos de su edificio rara vez tambalearon. El Betis por su parte, en papel de local y favorito, frotó con ahínco sus combinaciones exitosas pero las chispas nunca se convirtieron en fuego. Ni Rubén Castro, ni Jorge Molina, ni Vincenzo Rennella pudieron dirigir sus intentonas a gol. Tampoco ayudó los nubarrones de dudas que una y otra vez aparecieron en 3/4 de campo cuando los verdiblancos organizaban su ataque.
En el centro de todo y entre tanto desasosiego, sin embargo, consiguieron brillar tres puntales a los que el Betis lo confió casi todo. En el costado izquierdo Álex Martínez tuvo la responsabilidad de llenar de contenido la banda de arriba a abajo. Cumplió y no sólo, pues sus centros al área fueron una constante además del arma más peligrosa de los locales. Más centrado y en posición de interior partió el canterano Dani Ceballos, que creció durante el paso de los minutos y a cada contacto con el balón. Mostró clarividencia, dio criterio al juego e hizo suspirar a la hinchada, que comenzó a preguntarse si tienen entre manos lo que parece ser un jugadorazo. Habrá tiempo para comprobarlo.
Mucho hizo el futbolista de dieciocho años, pues minuto a minuto el juego se trabó, se deshilachó y finalmente enloqueció cuando la gasolina dijo basta. Cada cual cavó su trinchera como buenamente pudo para controlar sus dominios, hizo acopio de piedras, y esperó resguardado rezando por que nadie cogiese su espalda. En ese contexto emergió la figura de quien está hecho para ese tipo de situaciones: Lolo Reyes. El chileno, con una pierna acalambrada y casi de palo por un lado, medias caídas por el otro, acudió raudo a lo largo y ancho de toda la línea defensiva bética cada vez que las campanas reclamaban auxilio. Apagó todos los incendios y terminó el partido en pie completando una actuación extraordinaria.
Así fue hasta el fin del juego y la resolución vía penaltis apurados. Uno a uno cumplieron expediente los lanzadores de forma impecable, cada cual con sus armas, hasta que David López -último lanzador del Lugo- imprimió demasiada fuerza y mandó el cuero a la grada. Fue el agujero por el que el guión del 0-0 infinito que el partido tenía dibujado se fue por la borda. Aprovechó la ocasión Álvaro Cejudo, que con calma y decisión no falló para solventar la recontra última papeleta del Betis. Una más.