Inicio Noticias Zaragoza 2-2 Betis: Correcalles y castillos de arena en la Romareda

Zaragoza 2-2 Betis: Correcalles y castillos de arena en la Romareda

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El Real Betis Balompié ha empatado (2-2) ante el Real Zaragoza en un partido marcado por dos errores defensivos, uno de cada lado. Vincenzo Rennella y Cabrera en propia puerta sumaron para los verdiblancos mientras que William José y Pedro lo hicieron para los locales.

Zaragoza William JoséLa inconsistencia sigue siendo la cruz con la que el Betis de Julio Velázquez camina desde el inicio de la temporada. Los jugadores saltan al campo con fuerza, sabiéndose superiores, dominando y hasta logrando cantar gol para irremediablemente tirar todo lo logrado por la borda minutos después. Sucede además casi como mecanismo de causa y efecto. A un gol de los verdiblancos siempre le sigue un error que permite a su oponente recuperar el honor.

Dos veces se adelantó el Betis en la Romareda y dos veces vio cómo perdía la ventaja ganada. El primer movimiento de este particular efecto mariposa al que los sevillanos se han abonado lo realizó, magistral, Vincenzo Rennella. Agarró el balón, se mantuvo firme ante las embestidas de la defensa rival, oteó el horizonte y lanzó el cuero raso y fuerte lejos, muy lejos, de la manopla del guardameta maño.

La alegría, como ya se había anunciado, duró lo que tardó Jordi Figueras en cometer un penalti por mano. Poco pudo hacer Adán ante el disparo del talentoso William José. De nuevo empate y a remar. Destacaron Lolo Reyes y Xavi Torres en la zona ancha del campo, con Kadir siempre cerca a veces en funciones de interior, otras haciendo las veces de extremo.

El segundo envite siguió la misma sucesión suicida para el Betis. Gol en propia del defensa Cabrera para jolgorio de los visitantes y desconexión bética menos de diez minutos después para poner en bandeja la igualada del Zaragoza. Realizó Pedro una jugada de videojuego, de las que se sueñan pero difícilmente se ejecutan, y tuvo de su lado el tremendo hueco que los centrales le brindaron. De esa ya no se levantaron los de Velázquez.

El centro del campo se diluyó, el cuero rodó sin dueño y despavorido de uno a otro lado, y el partido pudo caer de cualquier lado hasta el pitido final. La tuvo Rubén Castro en una portería y salvo los muebles Adán en el otro extremo del césped minutos después. De nuevo el Betis, el mismo Betis de casi siempre, demostró poder llevarse los tres puntos con soltura para al mismo tiempo acabar amarrando un empate sufrido.

* Imagen: lfp.es