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Ruidos desde el ático

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Opinión | Luis Costa.- Parón de selecciones, tan inoportunos y molestos para los clubes como sosegadores y revitalizantes, según el prisma que las circunstancias de cada uno le otorguen. Para Luis Enrique, un oasis para la meditación y el análisis, que no para la complacencia y el confort. Ninguno de estos aspectos garantiza estabilidad en el Camp Nou, más aún si cabe observando el embudo estilístico por el que circula la plantilla, que sin duda alguna le merma en lo anímico hasta el punto de creerse (y ser) vulnerable ante cualquiera.

Luis EnriqueLlegaba un gran Sevilla dispuesto a agitar con reseñables argumentos la maleable firmeza azulgrana. Primera final de la temporada. No obstante, aún Messi se basta para convertir al más dubitativo Barcelona en arrollador. Récords aparte (Leo es uno en sí mismo), el engranaje colectivo funcionó meridianamente bien ante un rival de entidad. Sin el segundo mejor jugador del equipo, Iniesta, y sin el segundo más regular, Mascherano, el Barça se levantó y expuso razones para el convencimiento general. Todavía lejos del Real Madrid, a Luis Enrique se le presenta el reto de hacer de los suplentes futbolistas menos secundarios, más protagonistas. Piezas valiosas que introduzcan mecanismos personales útiles al colectivo. Que no sólo estén, sino que destaquen. La clave, a mi juicio, del éxito de esta temporada.

Sin embargo, y como viene siendo una triste constante en el club los últimos años (y se remonta a varios lustros atrás), el quehacer diario de los dirigentes de la entidad y de aquellos que quieren llegar a serlo, marca negativamente la singladura de la institución, al que su eslabón deportivo no es ajeno.

Dirigentes 2Nada bueno va a traer la irrupción fulgurante del otrora presidente y showman Joan Laporta. Avivado desde unas cenizas que parecían ahogadas su fuego por el primer plano mediático, Laporta, desestabiliza el actual proyecto deportivo con sus presumibles movimientos electorales y su litigio con los actuales directivos (si bien es cierto que han sido estos últimos quienes lo emprendieron). Si en el curso pasado los asuntos extradeportivos causaron estragos en todas las esferas del club, poca inteligencia muestran meses después aquellos que dicen velar por los intereses de la institución.

A pesar de que actúan como si su comportamiento pasase inadvertido, al entramado social culé le empieza a irritar tal grado de soberbia y chapucería. De este agrio sentimiento no se escapa la secretaría técnica. Volvemos a leer (no escuchar, ya que nadie acreditado da explicaciones al respecto) con estupor la enésima recaída del belga Vermaelen, quien todavía no ha debutado y que nadie sostiene a estas alturas que vaya a ayudar ni un ápice al equipo en su primera temporada. Futbolista roto de 19 millones de euros. Espeluznante. Como lo es el caso de Douglas prescindiendo de la ficha de Deulofeu. Episodios negligentes y recurrentes ante los que nadie parece responder. Entretanto, la afición presencia incrédula el funcionamiento de su institución.

Todo lo dicho, Luis Enrique y los suyos están solos. Los de arriba del edificio les tienden todo menos la mano ante la adversidad. La promueven ellos mismos, de hecho. Tan ciegos e ingenuos son que ni lo deben ver. Pero el daño, año tras año, está ahí. Mientras Bartomeu, Zubizarreta y los suyos siguen presumiendo de gestión. Ver para creer.