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El sillón y la pared

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Destutución ZubiOpinión | Luis Costa.- La ingente corriente de opinión que desengrana la actualidad del F.C. Barcelona vive en el más absoluto desconcierto, servidor a la cabeza. Ligero epíteto, no obstante, para hacernos eco de la negligente realidad institucional y deportiva que atormenta un año más al soci culé.

La catarata de acontecimientos en este imberbe 2015 azota sin remilgos la credibilidad de un proyecto nacido para perdurar: tras la irremisible decisión del TAS de sancionar club impidiéndole acometer fichaje alguno hasta enero del 2016, emergió el domingo en Anoeta un nuevo Barça pusilánime que claudicó sin argumentos, trayendo consigo el supuesto desencuentro entre su rey, Lionel Messi, y su entrenador, un Luis Enrique a la deriva, hipnotizado por un ideario kafkiano. Hoy, el club no tiene ni director deportivo ni su segundo a bordo. Y el domingo, el Atlético en el Camp Nou.

Andoni Zubizarreta, por cordura empresarial y moral, no debía cumplir su contrato hasta junio de 2016. El pecado ominoso de la actual junta fue darle las riendas este verano (de nuevo) del lavado de cara deportivo que exigía el guión. Enumerar sus inservibles inversiones exigiría mucha tinta, no la malgastaremos. Pero es que el actual presidente del club, Josep María Bartomeu, debería seguir sus mismos pasos.

Cuesta creer, que en una centenaria institución regida y gobernada por su masa social, sin injerencia privada, una persona se aferre a su cargo, a su sillón presidencial, cuando no ha sido elegido democráticamente por los propios dueños. La querencia al poder se denomina. Tal hecho desacredita a su protagonista como figura de liderazgo, ya que induce a la irremediable duda por parte del socio, de que oscuros intereses le obturan en su juicio, anteponiendo su ser al club que representa.

Fulminado Antoni Rossich como director general en las postrimerías de diciembre, la plantilla de Sandro Rosell queda, así, desmantelada. Pérfida maniobra para ganar credibilidad y evitar unas elecciones que sin duda, no le funcionará. El Camp Nou no lo aceptará. Pedirá y exigirá comicios  anticipados el próximo verano. Si Bartomeu y su gente son honrados, no tendrán más remedio, por el bien del club, de acometerlas.

Destutición Zubi 4Deportivamente, qué decir. No hay variable que marque una pauta determinada tras cinco meses de competición. Galimatías sin precedentes cercanos. Enredado en él padece el anhelado y caro 9 del equipo. Un Luis Suárez que apenas mira a los ojos a los guardametas, ocupado tirando paredes o abriendo balones a los costados, cuando no está forcejeando para zafarse de dos o tres defensas sin opción de progresar cara al gol.

Otro debe, hasta el momento, en la hoja de ruta de Luis Enrique. Titular desde que volvió de su sanción, al uruguayo sus compañeros lo emplean de pared en la frontal del área para que les devuelva el balón. Nunca, hasta el momento, para que finalice. Siempre de espaldas al arco, aún debe mejorar su primer toque porque, para más inri, su precisión en tal menester dista de ser elevada. A pesar de su implicación, garra y determinación, el juego de asociación de los mediocampistas azulgranas no le está haciendo destacar en lo que mejor sabe hacer, y para lo que se desembolsó 81 millones de euros este verano: marcar goles.