Inicio 1ª División Córdoba 1 – 2 Real Madrid: Más sombras que luces

Córdoba 1 – 2 Real Madrid: Más sombras que luces

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Al final ocurrió lo de siempre. El Real Madrid ganó. Pero por el camino desinfló la ilusión de un Córdoba que mereció muchísimo más que estas palabras. Los blanquiverdes enseñaron  al fútbol que merecen estar entre la élite y demostraron a algún que otro portugués que se corre más y mejor sin el lastre del ego y la arrogancia. El Real Madrid mostró más sombras que luces: volvieron a aparecer los fantasmas de un Ronaldo desquiciado, la ausencia de Isco y Modric se nota demasiado en un equipo donde James no brilla y Bale se pierde.

El Madrid saltó al campo con la empanada y el Córdoba con el cuchillo entre los dientes. Caldo de cultivo perfecto para que los andaluces volvieran a sorprender al luminoso con un gol tempranero. Ghilas se revolvía cerca del área y su chut se estrellaba en el brazo de Ramos. Difícil papeleta para el árbitro que dejó que su linier decidiera por él. Iker adivinó las intenciones de Ghilas pero el lanzamiento de penalti acarició la escuadra.

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El Real Madrid comenzó a atacar a empujones. Sin paciencia ni concierto. Mientras tanto, el Córdoba se pertrechó para la contra. Bebé instauró en su banda un califato con la potencia física como libro sagrado. El portugués recorrió el largo del Arcángel, dejando atrás a Marcelos y James. En el momento en el que se alejaba de la cal a posiciones más cercanas a la portería perdía todo su poder y elegía la peor opción. El Real Madrid seguía con su trote cochinero. Sin aptitud ni actitud. Khedira no es Isco y los de arriba lo sufrieron. Benzema, el más listo de la clase, se enteró de que había que ponerse el mono de trabajo. El francés aparecía por izquierda, por el centro, bajaba a recibir balón y los abría a banda. Ronaldo y Bale volvieron a ser dos ceros a la izquierda en el juego de su equipo. El Real Madrid era un caballo con anteojeras, lanzando ataques verticales que no gozaban de premio alguno. Si acaso córners. Pero era el Real Madrid. Y en la única ocasión de la que disfrutó en el primer tiempo, Benzema rebañó la indecisión de la zaga blanquiverde y fusiló las redes de Juan Carlos.

Al final el Real Madrid ganó, pero sufrió. En la segunda parte, con el fantasma del pitido final cada vez más cerca, le nacieron las prisas que nunca son buenas consejeras. Mientras, el Arcangel  bramaba el “sí se puede” y espoleaba a sus jugadores, ya de por sí más intensos que los jugadores merengues. Casillas tuvo que sacar su ángel a pasear. No parando balones, sino besando largueros. El que escupió una vaselina de Florín cuando el partido estaba en empate. Ocasión originada por un fallo de Varane en una cesión con la cabeza a Iker. El francés se convirtió, sin quererlo, en la viva imagen del Real Madrid. Fallón, destartalado, distraído.

Luego, un Cristiano Ronaldo sin ideas, sin ánimo, sin esperanza pateó a un contrario y vio la roja directa. La imagen  del luso sacando brillo al escudo de campeón del mundo roza lo grotesco en una liga con tantas desigualdades.

El gol de Bale de penalti es la misma historia de siempre. El Real Madrid ganó gracias a la fortuna de los valientes. Y el Córdoba perdió un partido que nunca creería que ganaría, pero que una vez que el césped igualó a los hombres a un once contra once, merecieron ganarlo.