En Minneapolis están de suerte. No es por la temperatura de la que suelen «disfrutar» a esas latitudes. Ni porque sean habitantes de la ciudad más bonita de todo Estados Unidos. Tampoco porque su equipo de baloncesto actualmente ostente el dudosamente honorable récord negativo de la NBA (9-40). Sin embargo, van por ahí los tiros. Y es que cuando la pelotita no quiere entrar en el aro, ya sea por culpa del entrandor, de la calidad del equipo o de las lesiones, ¿qué nos queda si no es el espectáculo? La respuesta es Ricky Rubio. Esa es la suerte de los aficionados de los Wolves. Poder disfrutar de un jugador como él, a quien la mejor liga del mundo le viene como anillo al dedo y que juega para los demás, incluidos compañeros y público. Porque todos sabemos que Ricky no es, de lejos, el jugador más físico, ni más técnico de la NBA. Sin embargo, sí está entre los más espectaculares. Y, ¿cómo puede ser eso así? Porque el baloncesto fluye por sus manos. Y en una liga en la que predomina más el talento que los sistemas, destacan los artistas. Momento en el que por ejemplo, el arte de la asistencia, perfectamente ejecutado por Rubio, se convierte en eso: arte. Tanto es así que solamente dos partidos después de volver su larga lesión de tobillo, su entrenador y compañeros se rinden en halagos hacia él. «Fue la diferencia al principio…y al final» dijo del español coach Flip Saunders, justo al acabar el partido que disputaron en el Target Center frente a los Miami Heat.
Miami Heat 101 – 102 Minnesota Timberwolves
Los Minnesota Timberwolves de Ricky Rubio se enfrentaban en casa a unos Miami Heat sin Dwayne Wade (baja por lesión) y que tienen pisándole los talones a los Brooklyn Nets, en la pelea por la octava plaza del Este que da acceso a los Playoffs al final de la temporada regular. Es el primer partido de Ricky Rubio como local desde el 1 de Noviembre, allá cuando sufrió la lesión de tobillo hace algo más de tres meses.
El partido, que fue muy igualado durante la mayor parte del mismo, parecía tenerlo muy bien encaminado Miami cuando lideraba por 88-78 poco después de comenzar el último cuarto. Sin embargo, los Wolves no habían dicho su última palabra. A pesar del dominio en los rebotes de los Heat (47-32), su floja defensa llevó a Minnesota a lanzar con un 51% de acierto, factor clave para llevar a cabo la remontada. A falta de menos de un minuto para el final, Kevin Martin ponía a los de Ricky un punto arriba. Punto que a la postre sería decisivo. Y más teniendo en cuenta que, a continuación, acechaba la jugada tonta de la jornada: Norris Cole y Hassan Whiteside no se ponen de acuerdo en quién debe sacar de fondo, llevando al colegiado a señalar fuera de banda y balón para los Timberwolves. El mismo Hassan Whiteside que durante el partido había conseguido convertirse en el quinto jugador de la historia en sumar 20 ó más puntos y 20 ó más rebotes con un 90% ó más en tiros de campo. Por parte de Minnesota el mejor fue Kevin Martin con 30 puntos.
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