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Jaén Paraíso Interior, ni más ni menos

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Autobus Jaen Paraiso InteriorUn autobús amarillo sale del Quijote Arena en la fría noche de Ciudad Real. Fría en cuanto a temperatura porque si hablamos de emoción es bien caliente. Dentro del autocar del Jaén Paraíso Interior reacciones para todos los gustos. Jugadores con la mirada perdida sin ser conscientes aún de lo que acaban de conseguir. Daniel Rodríguez mira el móvil con el semblante tranquilo. Solo lo delataba el esbozo de sonrisa en la boca. Esa sonrisa de quien sabe que ha hecho su trabajo mucho mejor de lo que se esperaba.

El trayecto hasta la base de operaciones del equipo, el hotel Doña Carlota, se hace corto. Dani Martín hace de maestro de ceremonias y repite esa canción que animó la celebración del pase a semifinales. «¡Ni más ni menos, ni más ni menos!», cantan Los Chichos. Se arrancan Solano y Chanivet con un baile que acompaña con palmas toda la expedición. Silencio. El autobús del Jaén se cruza con el del Burela y el respeto por el rival detienen por unos instantes el jolgorio.

Un grupo de aficionados canta desde la calle al ver pasar a su equipo y los jugadores explotan. «¡Ni más ni menos, ni más ni menos!». Ni más ni menos que en la final. Se han olvidado los problemas físicos, el hambre, las pocas horas de sueño. El presidente resopla queriendo expulsar ese nudo que todos llevan en el pecho a estas alturas. Apenas hay tiempo para el disfrute. A la puerta del Doña Carlota aplausos de los aficionados que se alojan con el equipo. Cena y recuperación.

Las blasfemias inundan la segunda planta del hotel en la que los jugadores, por turno, van pasando por una piscina de hielo en la que tienen que permanecer sumergidos unos tres minutos. Criogénesis para unos, tortura para otros. Ojos de cansancio, ojos de ilusión. Un solo sueño: el Jaén siendo campeón.