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Donde se cuenta la manera que tuvo Jaén Paraíso Interior en armarse caballero

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Opinión | @Manuel7Arenas.- Habiendo zarpado ya, después de salir de la madriguera con osadía en busca de historias dignas de ser contadas, Don Quijote permanecía fatigado por no verse armado caballero. No bastaba comportarse como tal: debía, tal y como había leído tantísimas veces, armarse caballero formalmente. Y eso le pesaba. Le pesaba autoproclamarse caballero cuando no había cumplido con lo que preceptuaba la ley de caballería: únicamente podía acceder ilustración finallegítimamente al estamento caballeril por obra de un caballero que se prestare a armarle. Tal era el desasosiego del hidalgo que “pudiendo más su locura que otra razón alguna, propuso de hacerse armar caballero del primero que topase”.

Y es que armarse caballero no es tarea fácil. En un mundo con tantos –y tan buenos- contendientes, resulta complejo encontrar al indicado para hacer los honores y dar el beneplácito pertinente que exige la ley de caballería. Y qué narices. Por muy loco que se esté, no vale cualquiera para tan preciada labor. El armador debe cumplir una serie de condiciones; unas garantías que contenten a quién pretende ser armado. Y el entorno no debe ser menos: no cualquier escenario es válido para ser armado caballero. Los más grandes eligen siempre el lugar más adecuado.

El mundo del fútbol sala se ha regido la última década por la constante repartición de galardones entre los tres de arriba: Fútbol Club Barcelona (F.C.B.), Inter Movistar y El Pozo Murcia. Si bien es cierto que antaño surgieron Lobelle, Polaris, Caja Segovia e incluso Marfil Santa Coloma –el cual, por suerte, me pilla muy cerca- como posibles alternativas para soñar, jamás un debutante había creado tanta expectación e ilusión entre sus seguidores –y no seguidores-, así como revelación de que no sólo Podemos tiene potestad para movilizar e ilusionar a los de abajo (¡Y tan abajo!). Los medios incidían ayer repetitivamente en la condición de mileuristas de los héroes. “Un club con un presupuesto de 600.000 € le gana a otro con presupuesto de 5 millones”, se leía. Se leía de todo, de hecho. Pero faltaba un artículo que reflejara lo quijotesco de la hazaña.

La gloriosa gesta tuvo lugar en el Quijote Arena: estaba todo preparado. La bendita locura que provoca la pasión por el fútbol sala permitió doblegar en primera instancia a El Pozo (2-4) y a Burela (¡uf, Burela!). Lo de Burela fue demasiado, así que el F.C.B. parecía ya otro nivel. Ánimo e ilusión no iban a faltar, pero el mejor club del mundo era otra historia. “Qué historia ni qué leches?”, debió pensar Dani Rodríguez. Tanto es así que al terminar el partido Buendía aseguró que el míster les había instado a “dejarse los dos huevos en la pista”. Y digo yo que debían ser de tres yemas, una por gol: ¡Seis goles acabó encajando el mismísimo F.C.B! Carmona tuvo que arriesgar con portero jugador y José López hizo el resto: en ese murió el Barça.

Recuerdo cuando en Palabradefutbol leíamos boquiabiertos la clasificación para la Copa de España. Por aquel entonces el hito era ser el primer equipo andaluz de la historia en disputar la Copa, pero ahora uno no sabe qué hito destacar. No sé si recalcar que es el primer debutante con este formato en ganarla, o quizá remarcar que lo ha hecho con tan pocos recursos. No sé si se debe hacer hincapié en que ha ganado la Copa pasando por encima de dos de los tres más grandes –empañándose en contradecir a Duda– o quizá recordar que desde 2006 no ganaba el título un club que no fuera F.C.B., Inter o Pozo.

Pero hay algo que sí sé. Sé que este club merece todo el reconocimiento del mundo del fútbol sala y del deporte en general, y que el deporte y el fútbol sala merecen contar con clubs como éste. Sé que, sin desmerecer a nadie, el acontecimiento invita a valorar la posibilidad de que con ilusión, esperanza, sacrificio y buena gente todo objetivo se puede conseguir, por muy abajo que se esté. Sé que una ciudad volcada merece este tipo de premios. Y finalmente sé que esto no debe ser sino el acicate para todos los que vendrán a intentarlo.

Y ésta, señores, es la historia de cómo Jaén Paraíso Interior se armó caballero. Un club, recuerden, que no necesita ser nombrado en un artículo –más que en el título y al final- para que el lector sea consciente de quién es el artífice de las gestas leídas. Un club quijotesco, loco de atar, que hizo del Quijote Arena su entorno perfecto, su Paraíso, y de los mejores caballeros los armadores con garantías y prestigio más que suficientes para otorgarle el testigo de Club Grande. Y si bien esta vez el lugar de la Mancha es fácil de recordar, lo que convendría olvidar, porque significará que son muchas, son las veces que nos enorgullecimos de contar en este preciado deporte con un equipo así.