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Ramón Tejada y el equilibrio inestable

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emerytejada2El fútbol no tiene memoria, tiene estómago. Lo digo hasta la saciedad pero, eso es cierto, toda regla tiene excepción. El Real Jaén empieza a tener modos muy parecidos a los que le llevaron al caos más reciente. De eso me acuerdo como si fuera ayer. Es decir, no hay que tener mucha memoria para ver que reeditamos cosas terribles. La gente se da cuenta. No hablar, no aparecer, no estar y solo circular por los caminos que conviene y cuando conviene, es mala política. Los rostros circunspectos, las medias palabras y la superioridad que se concreta en alejamiento, desdén o complejo de superioridad, son cosas que funcionaron pero, dadas las circunstancias, se necesita algo más. Hoy, si se tuvo,  el crédito está perdido. No es lo mismo subir que bajar y luego hacer el ridículo con miles de socios detrás. Cuando peor mejor. A peor resultado más visibilidad, más responsabilidad. Aquí no. Fin, desastre y a otra cosa. Craso error. Las caras que se las partan a otros. Rueda de prensa, y unas declaraciones. A las Peñas y a los aficionados ya los buscaremos para pedir apoyo en directo la próxima temporada. Explicaciones las justas que son incómodos. Creo que han hecho mal negocio. La calle arde. Sin embargo para enterarse de eso hay que estar en la calle y no fiarse de los trovadores de la corte. Mal común de la realeza: “Si manejamos a los músicos la gente baila lo que queramos”. Indoctos. La red mató la mordaza.

En Jaén de fútbol, puede que no sepamos, pero de trágalas, triquiñuleas y atajos sabemos todos porque, hasta el más desmemoriado, recuerda cómo vimos los burros y las bolsas de basura volar. Estremece pensar que aquello creara escuela, que alguien haya tenido la tentación de repetirlo. El que piense que en la capital son tontos, se equivoca. Yo vine de pueblo y lo aprendí pronto, esa fue mi virtud. Mejor haría, el que urde los tramos más burdos del sainete presente, en acomodar la estrategia y hacer lo que debe, sin que las cosas, deportivas o institucionales, salgan a la calle antes de que sean. Nadie regala nada. Cuando no hay, ni con amenazas se mueve un euro. Menos ahora que, en cuatro años, nadie está obligado a nada. Para cuando un político se sienta amenazado, dentro de tres años, no sé dónde estará el Real Jaén. Prudencia en las palabras y en los gestos. No hay nada más ridículo que ladrar a la luna, si no eres lobo.

Es triste cómo varían caminos y voluntades por lo que dicen los críticos, por una grada que increpa -la verdad que en Jaén tibiamente- o por una corriente de opinión que incomoda. El miedo a la crítica suele ser mala conciencia. Es penoso que haya un comprador para eso pero,  peor, es ser quien se vende por eso. El Real Jaén, como siempre, es un colador. Brillante, bien parecido, de apariencia limpia y con cientos de agujeros. Es una pena, pero tengo la sensación de que vamos, a uña de caballo, camino de ninguna parte. Me gustaría ser más optimista en lo institucional, pero no puedo. Hay tanto desajuste, tanta información quemando la piel del club y tantísimo cinismo, que solo me queda creer en un milagro. Ojalá se produzca.

tejada nacho2Tengo fe ciega en Ramón Tejada. Es una opinión profesional que empeño ahora. Sé que es un conocedor brutal del terreno que pisa, el deportivo, y que se puede equivocar, pero que va con la cara, con miles de horas de trabajo y con el corazón por delante. Me gustaría que Jaén no fuera su error. No se lo merece. Es joven, tiene escuela, conoce el terreno que pisa. He visto como sacaba agua de las piedras y cómo llevaba críos a la elite. Si aquí lo dejan en paz y no le hacen una del “gato Félix”, no le imponen ni colaboradores, ni entrenadores ni niños de papá, hará cantera, urdirá un buen plan y dejará memoria. Ramón llegará, si puede sortear los agujeros del fútbol, que bien conoce, y el equilibrio inestable que representan los que no son del fútbol pero viven de él. Ese es un terreno más pantanoso, con el que Ramón ha convivido pero en el que, seguramente, se mueve con más dificultad. Por Ramón me mojo…a partir de ahí ya lo he visto casi todo y, la verdad, tengo poca fe. Lo siento.