Inicio Opinión Antonio Oliver ¿A quién beneficia el bulo que pone a Ramos en Barcelona?

¿A quién beneficia el bulo que pone a Ramos en Barcelona?

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RamosSer líder en el Real Madrid no es fácil. Los que han pasado por esa categoría lo saben y al marcharse se fueron con un rastro de amargura. Tocaron el cielo pero, como dice el tango, también les restregaron con tierra el paladar. Ser «jefe» en el Real Madrid deja en la piel las rozaduras propias de los amores que pueden matar.  Llegar a ese estatus en el Bernabéu es alcanzar la gloria y con ella sus miserias. Le pasó a Michel, le pasó Hierro, le pasó a Raúl y a muchos más. Ahora le toca a Ramos. La situación en la que se ve envuelto Sergio Ramos se analiza como algo especial, novedoso y no lo es. Solo se trata de actualidad. Ya hemos vivido esto antes. Ramos llegó de Sevilla y muy poco después asumía valores y responsabilidades propios de un veterano o de un jugador  nacido en el club. Es su carácter y, cada vez que la ocasión lo ha requerido, ha demostrado una jerarquía indiscutida.

El sevillano es un modelo, un ejemplo de valores madridistas y dueño de un estilo directo. Jugador de club, arrastra dentro y fuera del campo, transmitiendo sensaciones que llevan esencia de competición y de fútbol. Tiene ese carisma que seduce al aficionado y que contagia a los compañeros. Con esta imagen y con capacidad para mantener un tono alto durante algunos años, parecería una locura discutir su renovación. Sin embargo en las renovaciones, como en la guerra, vale todo. Club y futbolista van en el mismo barco pero, cuando se inicia el baile de los contratos, nadie conoce a nadie. Es un juego subterráneo en el que se tira la piedra y se esconde la mano. El jugador no habla pero alguien se mueve y habla por él. El club valora a Ramos pero echa a volar sus tentáculos mediáticos para que los aficionados duden y rebajen su nivel de admiración por el central/lateral/mediocampista/goleador de Champions/capitán. Se trata de congelar sus valores mientras acaba el cruce de sables.

Todo un disparate de dimensiones descomunales si no estuviéramos hablando de fútbol. La gota que ha colmado el vaso ha sido su presunto interés por jugar en el Barcelona. La historia ha servido, porque la duda crece sin necesidad de mucha agua,  para minar un poco la imagen de Ramos. Con intención de no alargar más esta historia ni contribuir a la danza de las confusiones solo un pregunta, elemental: ¿A quién beneficia este episodio? No estaría mal tirar de ese hilo, huir de lo evidente, de lo superficial, y escudriñar en las tuberías de las informaciones interesadas y de las filtraciones burdas, difundidas a sabiendas de que lo son. Nadie es inocente en asuntos así pero hay líneas que no se deben cruzar. Lo urden otros pero ¿dónde queda el periodismo en todo esto?