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Caso Ramos: cuando la fama subleva a los méritos

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RamosLa sublevación empuja a sus protagonistas a la rebelión, a la protesta, dado que se consideran injustamente tratados en un contexto social, político y económico determinado. En el marco que nos atiene, el de un mundo del fútbol más negocio y menos racional y sentimental que nunca, obscenamente dirigido por empresarios y grandes compañías en términos financieros, los méritos no siempre caminan de la mano de la justicia compensatoria. Será quizá porque algunos gerifaltes olvidan (o nunca supieron realmente su verdadero significado) aquello que tanto proclaman cuando hay una audiencia presente: los valores y la pasión por un escudo. Obvio entonces, llegado el caso, que algunos bramen de rabia.

Que los salarios de los futbolistas están indecentemente sobredimensionados es una aseveración generalizada compartida por la sociedad. No obstante, es como el circo está montado y si sus diferentes elementos acuerdan tal entorno, poco se puede hacer. Al fin y al cabo, son todo números, y si cuadran, no hay razón (parece) para cambiar ni un ápice.

Dudo sinceramente que el Real Madrid cometa el injustificable error de vender a Sergio Ramos. Pero sólo el hecho de tensar la situación hasta hacer meditar al 4 merengue un posible cambio de aires, debería hacer reflexionar a Florentino Pérez sobre su forma de actuar. Porque es triste que el mandamás blanco obvie, y relativice hasta la irrelevancia, los logros deportivos, entrega y profesionalidad de sus jugadores. No hay nadie, ni Casillas ni Cristiano, que haya representado al madridismo en la última década, dentro y fuera de las canchas, como el sevillano. Su talante como defensa central lo colocan entre los 3 mejores del mundo en su puesto sin discusión.

Ramos cobra 5,5 millones de euros. Se le prometió una mejora de contrato que nunca pidió públicamente. Se le ignoró. Otros, sin vergüenza, bajaron su rendimiento alegando falta de cariño como medida de presión. Otros, sin nada relevante en su currículo como futbolista hasta entonces, llegaron con un contrato de 11 millones de euros anuales bajo el brazo. Otros, con uno de 8. Y así varios.

A los emblemas se les cuida. Porque son los que dan lustre a tu escudo e historia. Los demás, están de paso. Que Sergio Ramos no sea uno de los tres mejores pagados del Real Madrid es un hecho penoso.

En el Barcelona se dieron cuenta, muy al final eso sí, pero consiguieron enderezar una situación pareja. Sin ser español ni catalán, Dani Alves merecía la mejora de contrato que exigía ganada a pulso por su rendimiento e implicación. Parecido a Sergio en el Real. Y es que hay que aprender a premiar conceptos que escapan del marketing, que tristemente parece vertebrar el modus operandi de los grandes clubes hoy día. El sentimentalismo por encima del número de camisetas vendidas. Los méritos por delante de la fama.