Casillas se ha despedido. Ha sido lo más doloroso vivido en la sala de prensa del Real Madrid en mucho tiempo. Absolutamente solo. Un papel, su historia y el portero frente a un auditorio que buscaba el gesto, la palabra y el titular pero consciente de que vivía un instante que ya es historia del Real Madrid. Atrás han quedado miles de horas de alegría, títulos, milagros, desencuentros, bajas formas, luchas intestinas no sabidas y un crío que se hizo hombre en los campos de juego de la casa blanca. Parece increíble que cuatro años turbulentos hayan pesado más que toda una trayectoria. El final ha sido el no deseado. Nadie le puede discutir a Casillas el enorme legado que deja al club y, tristemente, nadie puede negar que, los últimos años han emborronado la salida. Seguramente los años decantarán las cosas y el tiempo oscuro que hoy acaba pesará menos que sus servicios a la camiseta. Ya nada importa. Casillas no podía en levantarse de la silla para abandonar la sala de prensa, sabía que después se cerraba la puerta y que, con Florentino en la presidencia, ya no se abrirá más. Antes de poner punto final, Iker ha provocado un segundo de silencio consciente. Ha querido con ese silencio poético expresar todo, a lo que las palabras y las lágrimas, no han podido llegar. Se marcha con el corazón en un puño y buscando la paz que en Madrid le ha faltado. De momento aquí no hay más. Casillas da el titular: C’est fini
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