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Jodido poder mediático

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1436738933_extras_portada_3 Antonio Martos Foladori.- Las lágrimas de un profesional han provocado reacciones variopintas, sobre todo, solidarias, teñidas de condolencias humanitarias. Sólo me creo aquellas que provienen de otros profesionales, en especial, de aquellos que fueron durante muchos años adversarios en la hierba, tal vez alguna que otra solidaridad de almas enfermizas por un escudo, pero poco más. Qué esperaban? La falsa gratitud de los mercaderes? No hombre, no, esos señores no tienen alma romántica, sólo se aferran a los números y a la ventaja que éstos le propician para seguir en la poltrona de poder. Ser presidente del Madrid o del Barcelona es (que nadie se espante), más popular, más atractivo, más egocéntrico y mucho más satisfactorio y rentable que ser alcalde, presidente de comunidad autónoma e, incluso, que ser presidente del gobierno. Tiene más incidencia popular y más ventajas económicas y de poder mediático (ahora que tan de moda está el jodido término).

Iker Casillas es el arquetipo del ídolo caído, al que ya sólo le espera un retiro en el olvido de millones de gargantas que quedaron afónicas en tantas tardes de éxitos. Tantos y tantos ojos impregnados de lágrimas aquella tarde de julio cuando Iker levantó la Copa del Mundo o cuando hizo lo propio con las de Europa a nivel de selección o de club. Ya todo eso ha iniciado el camino hacia el desván inevitable del olvido, por mucho que las frases del “no te olvidaremos”, se empeñen en jugar al juego sentimental del verdadero y cruento destino de lo implacable.

casillas campeonesEl más cruel de los ostracismos lo sufren los dioses que, otrora, fueran los héroes de mil batallas, pero que están abocados al emprender la senda del olvido y el abandono de toda la masa humana, que un día los laurearan y los pusieran en pedestales. Ahora, sin duda, resuena atronadora la voz de aquel esclavo que insistente y cansinamente, susurraba al oído del general victorioso en su cuadriga por la vía sacra del foro romano, camino del Monte Capitonino, aquello de “respice post te, hominem te esse memento («mira hacia atrás y recuerda que sólo eres un hombre»)”. Iker, qué duda cabe, es sobre todo un hombre, un ser humano; así lo reivindicaba en su última aparición en la sala de prensa del club blanco, patética e inconcebible presentación gracias, entre otros, a los buenos oficios del Gran Mercader, cuando con voz entrecortada, ojos llorosos y mirada casi al vacío, dijo aquello que “más allá de si fui un buen o mal portero, deseo que me recuerden como una buena persona”.

Al Gran Mercader no sé cómo le gustaría que le recordasen, seguro que no le preocupa tanto reivindicar su calidad humana como su poder o su cuenta de beneficios; en cualquier caso, no podrá evitar que el “recordari” que siempre le perseguirá será el del “hombre que hizo llorar a un solitario Iker, una mañana de domingo frente a un nutrido grupo de atónitos e incrédulos profesionales representantes de lo que se viene en denominar modernamente, jodido poder mediático.