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SevillaFC: el maravilloso sueño de una noche de verano

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final96Juan Méndez.- Fue una ilusión de una noche de verano. Y casi la hacen realidad. Tuvo contra las cuerdas a un todopoderoso equipo que dicen “es más que un club”. Pero ellos no dejaron de luchar. Le sobraron cinco minutos para buscar una lotería más equilibrada, la de los penaltis, pero la realidad fue incontestable. Sus seguidores dormirán, sin embargo, con la conciencia tranquila. Sobresaltados porque su inconsciente los llevará a estremecerse sobre la almohada toda la noche, y les traerá a su conciencia los remates fallidos de Coke y de Ramis en los minutos finales. Pero dormirán orgullosos de saber que su equipo es ese del que dicen que nunca se rinde: El Sevilla F.C.

Era una ilusión de una noche de verano que fue de más a menos, y de menos a más. Del todo a la nada. Del acierto, a un cúmulo de errores que se tendrán que corregir. De tocar la gloria con la punta de los dedos, a toparse con la cruda realidad de la derrota. De la ilusión del 0-1 de Banega, cuando aún el sudor no traspasaba las camisetas de los jugadores, al aplastante 4-1 de Luis Suárez, logrado en un error propio de la desesperación de un equipo que veía perdidas todas sus oportunidades.  Pero la partida no quedó ahí. Y que como dicen en la fiesta grande de este país, hasta el rabo todo es toro.

Un equipo nuevamente reinventado esta temporada, también se reinventó en un segundo tiempo fabuloso, en el que le ganó la partida (2-3) a todo un Barça, que buscaba con ahínco los seis títulos de esta temporada. Un equipo al que de nuevo le quitaron su columna vertebral en verano y que demostró anoche que esta temporada puede volver a dar tardes de gloria y a buscar metas, hoy día aún impensables.

Dicen que las finales hay que jugarlas para perderlas, y que de los perdedores nadie se acuerda. Pero la de hoy estoy seguro que en Camp Barça tardarán mucho en olvidarse, y que será un referente en los 40 años de historia de la Supercopa de Europa.

El equipo de Nervión resurgió en la segunda mitad como un gran Ave Fénix y logró un 4-4 clamoroso. Tres goles de casta y de coraje, como dice su himno. Tres goles de juego y de ilusión.  Tres goles que dejaron a un todopoderoso Barça en evidencia. Con todas sus figuras, buscando a Messi como último e único recurso, y hasta rectificando la decisión inicial de su técnico Luis Enrique, de condenar al destierro al mundialista Pedro.

Si las paperas las hubiera tenido Messi en lugar de Neymar, estoy seguro de que esta final hubiera tenido otro vencedor. El astro argentino monopolizó todo el juego de su equipo y se reivindicó como el mejor jugador de este siglo y puede, porque no,  que de toda la historia de este deporte. Ayer, más que nunca, fue clave para desnivelar una contienda que hubiera merecido, al menos, una tanda de penaltis.

Un final de más incertidumbre que impidió Pedro. Aquel al que destierran desde el Nou Camp a una Liga extranjera, por mor de los millones procendentes del injusto reparto televisivo. Una liga, probablemente la Premier, en la que los millones los ponen los dueños de los clubes pero en la que los repartos del dinero televisivo son equitativos y proporcionales, y no desnivelan aún más las diferencias ya patentes entre los grandes y el resto de clubes, como ocurre en la que dicen es la mejor Liga del mundo o la llamada Liga de las Estrellas.

Un gol, el de Pedro, que tardó en llegar 114 minutos, y que provocó por enésima vez un lanzamiento de falta de Messi. Un gol que devolvió a la cruda realidad a una afición, la sevillista, que soñó toda la noche con un épico triunfo, que a punto estuvo de llegar. Incluso con el 5-4, los remates de Coke y Ramis pasarán a los anales de la historia sevillista como las grandes ocasiones perdidas para volver a alcanzar la gloria.

Un afición que buscaba cumplir una promesa fraguada un mes de agosto de hace ahora ocho años. Una promesa que queda pendiente pero de la que este equipo y esta afición, al igual que nunca se rinde, nunca se olvidará. Hasta la próxima sevillistas.