No hay nada más enrevesado en el fútbol que dar con la tecla que haga de un conjunto conocido y estudiado, impredecible y renovado. Aquella leyenda que fue el Barça de Pep Guardiola se labró y pereció bajo esta misma premisa. Cuando Messi como hombre más adelantado dejó de sorprender y la perenne marca de los centrales rivales se convirtió en el corsé que maniatase su magia y sembrase la incertidumbre en el porvenir futuro del cuadro blaugrana, el cambio se transformó en obligación. De aquel momento al ahora, ha habido una travesía no exenta de algún título aislado pero que únicamente buscaba volver a reinventar un modelo que siguiese cosechando éxitos. Llegados estos, la misma fórmula necesitará, a buen seguro, retoques que la prorroguen en el exiguo tiempo que este deporte otorga.
Y no nos referimos a la variante de futbolistas que la plantilla pueda entregar a Luis Enrique. La marcha de Pedro debilita sin duda en este sentido aunque por otra parte, Arda y Vidal proporcionarán en enero un nuevo ramillete de posibilidades técnicas pero sobre todo tácticas que podrían ser claves en el devenir de la temporada. Con una defensa más poblada y versátil, está ahora en la mesa de Lucho y sus ayudantes la complicada tarea de empujar al equipo más allá. La extraordinaria cuota que el tridente ofensivo garantiza servirá para solventar muchos e importantes envites, pero bien sabe el técnico asturiano que siendo el rival a batir, habrá que seguir sacando lustro a la pizarra.
No le asusta a Luis Enrique el reto. Por eso decidió continuar. Sabe que con la implicación y la creencia de la plantilla en sus métodos, tiene los mimbres necesarios para optar a todo. Ahí estarán los de siempre para evitarlo. Reforzados y dispuestos. Como Sevilla y Atlético, que competirán feroces por el título de Liga. Ya lo vimos en la Supercopa de Europa. En cuanto a la Champions, un buen puñado de millonarios clubes que ya saben cómo juega el campeón sueñan con desbancarlo. Por ello, habrá que seguir inventado fórmulas que lo impidan, como escorar a Messi a la banda. Renovarse o morir, ¿verdad Lucho?
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