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Piqué: por sus obras los conoceréis

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piqué 2“España huele a pueblo….” Lo cantaba Benito Moreno y sonaba a ritmo de verbena de barrio. Era una canción agridulce que mezclaba la nostalgia de un expatriado y una crítica velada; porque entonces las críticas solo podían ser veladas o no había disco. Al escucharla me dejaba llevar por la música para, luego, pensar en lo que Benito Moreno quería decir. Entonces me inquietaba.

Viendo los últimos partidos de la Selección he sentido una inquietud extraña, no conocida con anterioridad y que me ha producido desasosiego. Las gradas pitando a un jugador de nuestra Selección, porque  ha puesto de manifiesto una forma de pensar con respecto a lo que pasa en Cataluña, con la que muchos no están de acuerdo. Eso estigmatiza al futbolista cada partido y  no facilita la concentración del resto.

Resulta curioso ver cómo, sin que el balón cambie de equipo  se pase de los pitos y el insulto, al grito de ¡España! ¡España!. El mundo al revés. Es como para no tomárselo en serio. Entonces pienso que la canción de Moreno sigue vigente. Buen ritmo, desenfado, verbena, charanga, pandereta, símbolos, chivos espiatorios pero, ante lo fundamental y en la calle, sumisión, silencio, seguidismo, complacencia y lamento.

A mí me gusta el fútbol y, como cualquiera, tengo mis compromisos políticos. Lo que procuro es ir al fútbol a trabajar y disfrutar. Evito la sopa de letras para no confundir las cosas. Si Piqué juega con mi equipo, es un jugador de mi equipo y quiere lo mismo que quiero yo. Otra cosa es que a mí me guste, más o menos, que para hablar, se ponga la barretina. Eso se juega en otro campo y sin dramas. No es necesario rasgarse las vestiduras por una cosa así y tragar con todo lo demás. Claro, lo de Piqué es más festivo y se presta. Este es el criterio. El fútbol lo permite todo y, como para los otros problemas no tenemos ni valor ni soluciones, nos abrazamos a lo intangible. Es viejo como la humanidad.

En lo tocante a la Selección, lo tengo clarísimo. No es por el aval de su presencia, no es por el respeto al equipo ni porque sus compañeros saquen la cara por él.  Lo que resulta incontestable es que Piqué juega con España sin reservas, se parte la cara cada partido, sufre y se alegra como todos y jamás ha cedido a la presión de la grada intolerante y a los insultos responde con palabras serenas, que ya es una forma de definirse. Para que me entiendan los que se mueven bien en el lenguaje de la verdad, la virtud y lo sublime: “Por sus obras los conoceréis”