Inicio 1ª División Betis 1-3 Athletic: Llueve en Sevilla

Betis 1-3 Athletic: Llueve en Sevilla

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El Real Betis Balompié ha vuelto a perder en casa (1-3) ante el Athletic Club en la décima jornada de Liga BBVA. Dos goles del talento emergente Iñaki Williams y uno de Raúl García confirmaron la superioridad de los visitantes durante los noventa minutos.

EFE Athletic celebración gol BetisLlovía copiosamente sobre el Benito Villamarín, el césped verde impoluto recordaba a un prado del País Vasco y la camiseta verdiblanca de las Trece Barras lucía publicidad con grafía china. Era todo demasiado extraño en la tarde noche del domingo y los jugadores del Betis decidieron reconducir la situación para que la afición no perdiera la orientación.

A los ocho minutos cayó un balón botado desde el córner en el área local, Francisco Portillo no despejó con contundencia e Iñaki Williams disparó de primeras en cuanto encontró suelto el balón. Una semana más se vio abocado el Betis a intentar la remontada y sus engranajes, aún chirriantes, volvieron a sufrir.

Enfrente esta vez, además, estaba el Athletic de Ernesto Valverde y no el dubitativo Granada. Los ‘leones’ realizaron siempre transiciones rápidas sin atisbo de miedo y encontraron espacio aquí y allí. La zaga bética retrocedía una y otra vez hasta caer en el área, nadie salvo Alfred N’Diaye interceptaba el balón con agilidad y sólo el acierto de Antonio Adán evitó la goleada.

El asedio constante facilitó enormemente la labor defensiva del cuadro vasco, que vio llegar el primer remate a puerta sobre el arco de Iraizoz al borde del descanso. Para entonces Williams, exuberante siempre en el frente de ataque, había ya celebrado su segundo tanto tras desviar de tacón un centro chut de Raúl García.

Al Betis, con el alma en los pies, sólo lo levantaron a ráfagas inconexas Joaquín, Rubén Castro y Digard. En una de esas fases de empuje local llegó el penalti que transformó con seguridad el delantero canario, pero no quedaba ya fuego ni tan siquiera chispa en el once verdiblanco. Seguía lloviendo, los jugadores vascos no dejaban de trotar como en Lezama o en Tajonar y Pepe Mel se mojaba irremediablemente en la banda. Fue Raúl García, guerrero y dementor a partes iguales, quien dio el golpe de gracia a los locales con un disparo incontestable desde la frontal del área.

El navarro puso el punto final, empapado y sin embargo sonriente, mientras once sombras emprendían acatarradas el camino hacia los vestuarios.

Por Fernando Alcalá-Zamora | En Twitter: @Nothingswritten