Las goleadas de los de Luis Enrique son la anécdota de cada fin de semana. Sus rivales, como un castillo de naipes, parecen no necesitar más de un soplido para desplomarse ante el poderío culé. Hoy su enésima víctima fue el Eibar. Los de Ipurúa, en la zona cómoda de la tabla, solo pudieron mirar ante un Barça que juega de memoria y con capacidad de aplastar a quien se le ponga por delante.
Con la ausencia de Neymar fue Munir quien ocupó la posición del brasileño. Suyo fue el primero de los blaugranas, hoy con la senyera en el pecho. Messi picó la pelota por encima de la defensa gipuzcoana para habilitar a Luis Suárez, que encontró en el segundo palo a Munir. El extremo cumplió y no falló. El Barça completó una primera parte eléctrica. Mostrando un recital de pases al primer toque que obligaron a los de Mendilibar a perseguir sombras. No perdieron la cara al partido los locales, pero ante este Barça la hazaña es casi una utopía.
La segunda mitad fue más de lo mismo. El Barcelona redujo unas cuantas marchas para terminar de controlar el choque y Messi se encargó del resto. El segundo de los culés fue para enmarcar, made in Messi. El argentino arrancó desde medio campo y empezó a driblar en el corazón del área, dejando a su paso a parte de la zaga armera. El zurdazo cruzado del 10 fue definitivo.
El atrevimiento de los locales se fue desinflando y el rodillo azulgrana fue a más. Una mano de Ramis dentro del área fue el detonante del 0-3. Undiano señaló los 11 metros. Siete son los penaltis marrados por los de Luis Enrique. Esta vez no hubo favores. Messi miró la bola y la acarició, casi a lo Panenka para acallar cualquier nerviosismo desde el punto de castigo.
Suárez cerró la goleada y acabó con una mini sequía que duraba ya tres partidos. El uruguayo tiró de repertorio para el 0-4, con un exquisito caño a Capa y fulminando a Riesgo.
El Barça siguió a lo suyo, a su rutina de cada jornada. A once puntos del Atlético de Madrid (a la espera de lo que hagan los colchoneros), parece muy difícil que el líder ceda no solo un partido, sino cuatro en lo que resta de Liga. Más aun cuando ya son 36 los que lleva sin conocer la derrota. Este Barça huele a campeón.
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