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Una ciencia confusa

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Las fórmulas matemáticas, físicas o químicas prácticamente no cambian con el paso del tiempo y sus resultados no admiten variabilidad. Veamos un ejemplo: La operación que nos permite calcular la velocidad con la que circulamos viene a relacionar la distancia que realizamos -en metros-, con el tiempo que tardamos en recorrerla- en segundos-, y el resultado nos mostrará cuántos metros circulamos por cada segundo en movimiento. Una ley que no admite cambios en su composición y con la que, en condiciones normales, obtenemos un resultado seguro.

Las matemáticas y las ciencias nos han dado con el paso del tiempo métodos con los que es posible prever resultados o determinar cuál va a ser el producto en la mediación de un proceso en el cual todavía se poseen ciertas dudas sobre el desenlace. No obstante, existen ámbitos en los cuales, por mucho esfuerzo que dediquen los maestros de estas disciplinas, no va a existir un sistema por el que conocer la solución final. Estos ámbitos son muy numerosos, pero sobre el que se centra este artículo es el baloncesto, concretamente la competición de nuestro país, la Liga Endesa.previa-iberostar-tenerife-cb-valladolid-imagen-acbphoto-8140352461

El hecho de tratar de establecer sistemas para obtener a los conjuntos que van a tener éxito en la temporada es un proceso complicado y prácticamente imposible. Quizás relacionando el coste de la plantilla, el reconocimiento del nombre de los jugadores, el entrenador o las estadísticas de los militantes de los equipos de la temporada anterior; pero, ni siquiera de esta forma se podría conseguir un resultado digno de ser denominado como seguro. Por este motivo, si se quisieran elaborar leyes para intentar adivinar a los triunfantes, solo serían productos aproximados y, en la mayoría de las ocasiones, ni eso.

La competición española es la más clara representación de esta incapacidad de conseguir una fórmula en este deporte. Precisamente, el campeonato de nuestro país está más ligado a las continuas subidas y bajadas sin tramos de estabilidad  de una montaña rusa, que a las ciencias. Los vaivenes mencionados pueden verse claramente en jugadores y equipos que contrastan épocas de gran presencia con períodos en la sombra con un rendimiento más bien pobre.126536_81_140192_81-620x387

A la hora de hablar sobre los conjuntos, la gran cantidad de ejemplos nos llevarían párrafos y párrafos, es por ello que únicamente nos vamos a centrar en cuatro equipos y basándose solo en los contrastes entre el presente curso y el anterior. Relacionar solo dos temporadas puede parecer escaso; sin embargo, los ejemplos son tan claros que no dejan lugar a dudas.

Estableciendo la misma situación que la que nos encontramos en este momento, la jornada 22, podemos observar serios cambios. El pasado año en estas fechas, Unicaja lideraba la tabla con un rendimiento sin precedentes en comparación con años anteriores; MoraBanc Andorra luchaba por mantenerse uno o dos triunfos por encima de los puestos de descensos en su primera temporada en la Liga Endesa; Montakit Fuenlabrada, con el agua al cuello, trataba de evitar bajar de categoría; y Valencia Basket, dentro de puestos de play-offs, iba subiendo de marcha tras comenzar la temporada con mal pie al marcharse su estrella, Justin Doellman, al Barcelona Lassa.

Cuatro situaciones que en un año han experimentado cambios que el año pasado, en este mismo mes, prácticamente se habrían creído imposibles. Siguiendo el mismo orden que en el anterior párrafo, podemos ver como el conjunto malagueño, a pesar de haberse movido bien durante el verano en el mercado de fichajes, abandona la plácida primera plaza hasta descender al noveno puesto en una lucha entre cuatro por entrar en la fase final; el equipo andorrano deja la incomodidad de evitar el descenso, y en estos momentos pelea con Unicaja por los ansiados play-offs; los madrileños gozan de una gran estabilidad en la sexta posición ante un barco que hace doce meses hacía aguas por todos lados; por último, los “taronjas”, curioso caso el suyo.dsc_8360_copia

Los valencianos han cambiado su camino de una subida al famoso Tourmalet a un cómodo llano por la vía verde jienense. En las semifinales del play-offs del pasado año, ante el Real Madrid, ya dio alguna muestra de lo que era capaz de hacer este equipo, totalmente reconstruido tras la marcha del pilar del conjunto. No obstante, el presente curso, totalmente consolidada la plantilla, empezaron a arrasar a sus rivales uno tras otro hasta alcanzar veintiocho victorias consecutivas. Una racha que frenó el Limoges en la Eurocup. Su situación cambió totalmente y, tras recuperar el ritmo después de esta derrota y la de la Copa del Rey, remontan de nuevo, de camino a la fase final.

Los cambios son evidentes, solo ha sido un año de diferencia y, como se mencionó antes, únicamente se ha hablado de cuatro equipos en una competición formada por dieciocho conjuntos, donde se incluyen montañas rusas como las de Movistar Estudiantes, CAI Zaragoza, Baloncesto Sevilla o Rio Natura Monbus. El parque de atracciones de la Liga Endesa en la que poco es estable por un período prolongado de tiempo, y lo que lo es, tampoco dura mucho.

De esta manera, vemos que la única fórmula aplicable a esta competición es que no existe ninguna ley física que nos dé un conocimiento seguro ante la variabilidad de resultados y combinaciones posibles como las reconstrucciones de las plantillas, los cambios en el equipo técnico, la motivación de los jugadores o la química de los militantes de los conjuntos; entre todas las posibles. Y precisamente, esta imposibilidad de alcanzar un conocimiento seguro, es lo que atrae tanto de la llamada Liga Endesa.