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Perdió el Atleti, ganó el Madrid y venció la UEFA

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Foto: EFE

Hace siete días Milán era la meca del fútbol mundial y en ella una Champions League esperaba saber a qué vitrinas debía dirigirse. Dos clubes, dos equipos y miles de corazones solo pensaban en cuál sería el resultado del partido que enfrentó al Atlético y al Real Madrid pero no todo el mundo estaba tan preocupado por el resultado, había quien sabía que ganaría de todos modos.

Durante todo el día los cánticos de miles de madrileños inundaron una ciudad que se volcó con el deporte rey. Reinó la cordialidad y la deportividad y la España futbolística hizo de la reeditada final una auténtica fiesta. Una lástima que los ánimos que las aficiones brindaban a sus equipos por las calles milanesas quedasen empañados por el incesante tintineo de las monedas cayendo el bolsillo de la auténtica vencedora de la final de la Champions: la UEFA.

No me malinterpreten. Con justicia o sin ella, el Real Madrid fue quien se alzó con la copa y a los atléticos no nos queda más que lamernos las heridas y recordar que dar guerra sigue molando. Pero fue cuanto menos curioso ver cómo la UEFA se empeñó en convertir el evento cumbre del fútbol europeo en uno mucho más propio del fútbol americano. Se ve que gusta entre esos hombres de traje, inhabilitados pero presentes, el show rollo Superbowl y encima lo quieren privado.

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La UEFA no quiere que los aficionados de los equipos se desplacen a animar in situ a los suyos. Lo demostró con DJ´s que convirtieron las Zonas Fan en algo más parecido a un festival electrónico que a una previa propia de partidos grandes. Menos mal que el Festival Champions no tuvo presencia en el metro, donde si pudieron verse los andenes temblar entre los alaridos y saltos de vikingos y merengues.

¿Quién quiere animar a su equipo cuando puede cortarse el pelo gratis o hacerse fotos con maniquís? ¿Por qué cantar cuando puedes consumir? Y consumir de forma desenfrenada. Costó dar dos pasos sin escuchar “¿Quiere/vende entradas?”. Mintieron las noticias cuando dijeron que había que hacer largas colas para hacerse con un asiento en San Siro, era más sencillo tirar de talonario y echarse un amigo en la UEFA.

Esta demostró en Milán le gusta la reventa porque si no alguno de los cientos de trabajadores de seguridad que para ella trabajaban en el evento se habría acercado a, por lo menos, quitar los carteles de “Vendo/Compro Entradas” que tan poco costaba ver. Supongo que será interesante que se diga en los medios que hay gente dispuesta a pagar su sueldo de todo un año por entrar al partido.

O al concierto, porque al menos en su inicio la megafonía y los artistas contratados por la UEFA se encargaron de que no se oyese a los miles de devotos que ya no tenían santos a los que pedir que ganase su equipo. Pero es que aun no había llegado el momento de que los hinchas cumpliesen su función. Todavía no habían tomado asiento los cerca de 20.000 enchufados que no tuvieron que acudir a la cara reventa para recoger su entrada regalada, que habían llegado escoltados en Mercedes al estadio y que, desde el pitido inicial, podían sumar al deporte el exótico y anticuado espectáculo de animación de dos minoritarias partes del estadio en las que no había patrocinadores ni políticos, solo aficionados.

Entretuvieron las lágrimas de los rojiblancos, la euforia de los blancos y el trato exquisito de las miles de azafatas contratadas para la ocasión. Perdió el Atleti, ganó el Madrid y venció la UEFA.