Inicio Opinión Antonio Oliver España vuelve al páramo. Hoy como ayer y mañana como siempre

España vuelve al páramo. Hoy como ayer y mañana como siempre

Compartir

españa 1España vuelve al páramo. Cuatro días de lenta espera, secarral de junio. Aislamiento y duda. Salió de estampida y paró en seco. Croacia ha sido una Georgia redivida. Espero que la nefasta experiencia de aquella Holanda que, en Brasil, nos devolvió en goles las viejas historias del Duque de Alba, no se repita y que el sarpullido del martes sea regenerador y no corrosivo.

El fútbol es guadianesco, pérfido, caprichoso e imprevisible. Eso hace de este deporte un artefacto  que crea y reparte ilusiones, desacalabros, pasión, euforia y desesperación, ante lo que no podemos controlar: la vida misma.  Sin embargo, paradójicamente, los comportamientos de esa sábana que envuelve al fútbol en citas principales, es tan previsible que aburre.

España salió denostada y sin apoyos. Puesta en cuestión desde que Del Bosque dio su lista. Fue citada, desde aquí, como una selección menor. Comparsa y amortizada. Victorias normales echaron las campanas al vuelo y el vulgo acudió en tropel a celebrar, nada,  pero la victoria del momento es de todos y la fiesta seduce. Ahora, tras el barquinazo de Burdeos, vuelven las voces del “ya dije”. Triste marca de este pueblo valeroso. Nada, en cualquier caso, que no se pueda envainar si España deja fuera a Italia. Como no soy rio, me vuelvo. A esa cita acudirán, como se fueron, los descreidos. El fútbol tiene más estómago que memoria. Es hijo de este país. Lo terrible es que somos igual para todo. En política, por no ceder, vamos a por la tercera vuelta. Sobrados. Aquí somos especialistas en olvidar lo que se escribe o se dice mojando la pluma en la tinta de las tripas y despreciando la cabeza, la mesura y la razón. Luego ni los hechos piden cuentas. Nadie sabe nada. Por desidia o conveniencia, elegimos la amnesia. No sé qué pasará el lunes pero hemos visto y escuchado a las dos “españas”. Son una broma. No me quedo con ninguna. El fútbol nos proyecta en nuestra verdadera magnitud pero, como es un juego, no reparamos en que nos retrata fielmente. Lástima que el pasaporte sea innegociable. Prefiero ver la Eurocopa y que la pelota me diga. La bola no miente.