Inicio Champions League El reinado totalitario de Cristiano mete al Real Madrid en semis (4-2)

El reinado totalitario de Cristiano mete al Real Madrid en semis (4-2)

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Cristiano Ronaldo es un jugador que, con el paso de los años, ha visto limitada su capacidad física y potencia que le convirtieron, otrora, en uno de los mejores jugadores del mundo. Esta temporada se ha mostrado errático, con tendencia al aspaviento e, incluso, simplón, en un estado de forma no del todo óptimo. Aún así, sin mejorar sus prestaciones, el luso ha conseguido anotar cinco goles en poco más de doscientos minutos para meter a su equipo en semifinales contra el todopoderoso Bayern de Munich. Un auténtica barbaridad al alcance de muy pocos o ninguno.

¿Cómo se puede explicar esto? La clave está, probablemente, en creerse el mejor. Cita Enrique Vila-Matas al filósofo Soren Kierkegaard en su último libro: «La repetición y el recuerdo son el mismo movimiento. Aquello que se recuerda se repite retrocediendo, mientras que la repetición propiamente dicha se recuerda avanzando. Por eso la repetición, si es que ésta es posible, hace feliz al hombre, mientras que el recuerdo lo hace desgraciado». Esta cita se puede aplicar a la idiosincrasia futbolística de Ronaldo: sigue fiel a su cita con el gol porque no se rinde, sigue pensando que es el mejor del planeta, que todos están en su contra injustamente y se muere por demostrarlo en el césped. Así, en vez de escudarse en recuerdos mejores pasados y en una almibarada nostalgia, se infla a goles gracias a su repetitivo esfuerzo y a su constancia. No le hace falta ser el mejor. Solo le basta con creérselo. Y con esta fórmula metió al Real Madrid, él solo, en semifinales.

En esto fue muy importante el árbitro, Viktor Kassai, que concedió el gol del luso que supuso el punto de ruptura con la igualada en claro fuera de juego. Y también dejó a los bávaros con diez de forma injusta. Así es normal que Ancelotti -un tipo nada dado a la farándula ni a la polémica- clamase en una abarrotada rueda de prensa contra lo interpretado por el húngaro.

Tras una primera parte en que los blancos merecieron el tanto, Lewandowski puso el miedo en la grada con el 0-1 desde el punto de penalti. Empató el rey luso a un cuarto de hora para el final. Si bien, Sergio Ramos acudió a su cita con el gol tan solo dos minutos después, en su propia portería. Por lo visto, el sevillano, al no haberse rebasado todavía el minuto 90, perdió las coordenadas espaciales e introdujo el esférico donde no debía.

Y así se llegó a la prórroga. Con uno menos, el Bayern empezó a notar el cansancio y los blancos a imponer su dominio. Así rugió como el más despiadado de todos los zares Cristiano Ronaldo, que hizo dos tantos más. Uno tras un pase del propio Ramos -en claro fuera de juego- y otro tras la última samba de Marcelo. El 4-2 final lo puso Asensio, un niño prodigio que, si nada falla, va para «crack». Y, por supuesto, el Bernabéu despidió con una sonora ovación a Xabi Alonso, que vivió su último partido en Champions en la que fue su casa. Una forma más que merecida de despedir al único sobre el césped que, probablemente, haya leído a Soren Kieerkegaard.

Fotografía: Real Madrid