Inicio Especial La irremediable «futbolmanía» de Cuba

La irremediable «futbolmanía» de Cuba

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Eduardo Grenier. Cuba.- Son las diez de la mañana y la calle principal de mi pueblo, en la zona más occidental de Cuba, muestra un ajetreo inusual a estas horas. A simple vista, un hormiguero de gente que va y viene de manera rauda y alocada. Sin embargo, no todo es el reflejo de la cansina e inevitable cotidianeidad.

El panorama adquiere matices especiales al distinguirse entre la multitud un colorido sui géneris: unos llevan atuendos del Madrid y otros del Barça; unos van de blanco, otros de azulgrana; unos llevan a Cristiano, otros a Messi. Incluso, si se busca con un poco más de esmero, aparecen elásticas rojiblancas referentes al Atlético de Madrid.

Es, en efecto, día de fútbol. En Cuba, generalmente los fines de semana con los partidos de liga, o los días de Champions, la gente suele usar las indumentarias de los equipos que prefieren, para dejar bien claro a amigos y desconocidos quien goza de sus simpatías. El balompié europeo se ha convertido, desde hace algunos años, en un fenómeno abrumador que ha incendiado con su pasión la sociedad cubana.

Muchos incluso se atreven a definir el proceso como la “futbolmanía”, haciendo referencia a una enfermedad ficticia e irremediable hasta para la prestigiosa medicina cubana. Lo cierto es que los nacidos en la mayor isla del Caribe, entusiastas por naturaleza, gozan del más universal de los deportes con una vehemencia que, a decir de visitantes foráneos, supera en muchos casos la de los propios europeos.

Han pasado más de diez minutos e intento entrar en una barbería, mas un grupo circular de personas clausura el acceso y avizora una nueva escena en la cual Madrid y Barcelona son los protagonistas. El tono de la conversación es elevado. La gente se interrumpe y encoleriza con cada frase del «contrario».

-“¡Este año nos llevamos el doblete!”, grita un moreno vestido con el traje morado del Madrid.

El culé –lo descubro en su casaca albiceleste con el 10 en la espalda- de su lado, visiblemente molesto, le riposta con un: “¡pero tenemos al mejor jugador del mundo, y su nombre es Leo Messi!

La discusión no parece tener un final inmediato. En algo habrá que perder el tiempo hasta la hora del partido, pensarán. El desafío comienza a las dos de la tarde y lo trasmitirán en vivo por la televisión nacional. Sin embargo, nunca está de más revolver los ánimos para garantizar la tensión durante los noventa minutos del choque. La previa, para los cubanos, va por cuenta propia.

El resto del camino a casa transcurre entre goles y árbitros, entre el Bernabéu y el Camp Nou, entre Ronceros y Sorias. Cientos de fanáticos presumen de conocimientos tácticos adquiridos desde la inmensa lejanía de una pantalla. La mayoría sueña con vivir algún día las emociones en el interior de un gran estadio. Muchos están convencidos de que no lo conseguirán, otros en cambio conservan un hálito de esperanza.

El Chiringuito de Mega, The Loocker Room de Bein Sports, Fuera de Juego de ESPN son programas sumamente populares por su análisis futbolero. No se quedan atrás diarios como Marca o AS, los favoritos de los merengues, o Sport y Mundo Deportivo, muy leídos por los culés. Las costumbres beisboleras no son un impedimento para dominar al dedillo cada estadística relacionada con el balompié español, que es sin dudas el predilecto en la hinchada criolla.

Al realizar una encuesta entre madridistas y barcelonistas, que son mayoría absoluta, pude constatar una serie de sentimientos que reflejan las reacciones que va dejando el final de la liga en la afición: en los merengues noto cierta euforia por el paso imponente que lleva el equipo de Zidane tras el varapalo sufrido en el Clásico, sin embargo, no hay gente más cauta que la que simpatiza con el Real Madrid, y pocos aseguran aún los títulos en disputa.

Los culés son más optimistas. A pesar de la temporada irregular consumada por el conjunto catalán, sus parciales se contentarían con la Copa del Rey, siempre y cuando el eterno rival se vaya en blanco. Un doblete madridista dejaría todas las miradas encima de Luis Enrique, un técnico que no goza de la simpatía del barcelonismo, al menos en la Isla del mejor tabaco.

El calendario futbolístico ha deshojado la margarita de partidos y se avecina lo mejor. Las últimas jornadas resultarán decisivas y se vivirán con el doble de la intensidad, que no violencia, con que lo hacen frecuentemente. A priori, tocará al madridismo la fiesta final. Sin embargo, el fútbol representa mucho más que un deporte para sus seguidores en cualquier latitud del mundo, y es tan impredecible que un solo gol puede cambiar, de súbito, el estado de ánimo de millones de personas.