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Messi es humano, demasiado humano

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Messi es humano, cada días más. La realidad es algo lejano, si hablamos de estrellas. Él es una estrella y lo que conocemos sobre el mito tiene, seguramente, muy poco que ver con Messi. Las distancias en el fútbol se han vuelto siderales. No hay forma de saber, sobre todo en la faceta humana, solo intuimos y a partir de ahí elaboramos teorías. Luego viene todo lo demás.

Sin embargo el último paso de Messi ha sido público, claro, deliberado, alevoso y alejado de la inocencia de un despiste. Se puede analizar y juzgar como un hecho objetivo y poco dudoso. Consciente y libre. La foto del extinto tridente no tiene otra interpretación que la de un reto al poder legalmente establecido en Can Barça. Eso lo suelen hacer los generales, el argentino es el “comandante”. Los golpes de estado son así. Este ha sido incruento, de momento, pero todos conocemos la víctima elegida. Fruta madura. No hay vuelta atrás.

Messi es muy dueño de elegir en qué momento da sus pasos y cómo gestiona su capital de afectos. Él debe saber lo que ha supuesto para el barcelonismo, alineado como los jugadores contra Bartomeu, esa foto en la que aparecía feliz junto a Neymar. Puede que Messi, en su decidido desplante al presidente, haya olvidado que Neymar no es un problema de Bartomeu. Neymar, por sus formas, se ha convertido en persona “non grata” para los culés. Sinceramente, creo que Messi y el resto de los sonrientes jugadores del Barça, han cruzado una línea delicada. No se trata del club se trata de que, con su gesto, han desairado a una afición todavía indignada con el brasileño y especialmente sensible, tras la herida abierta por la derrota ante el Real Madrid. No es una derrota cualquiera.

Los jugadores pueden apelar a la amistad debida. Nada que objetar. Una cosa es la amistad debida, en virtud de la cual acudieron libremente y sin tapujos al encuentro del amigo y otra, la ostentación pública de un encuentro que chocaba frontalmente con la posición de su «empresa» y con el estado de ánimo de su afición. Nadie puede negarles la libertad de estar pero, por un mínimo sentido de lealtad al club que les paga y a la afición que les respalda, debían haberse ahorrado el espectáculo público.

Muy bien deben de irle las cosas a Messi de ahora en adelante. Si logran ganar tendrá el indulto temporal de la grada. Al fin y al cabo lo que quiere el aficionado es ver ganar a su equipo pero, si por un casual, el flujo de victorias se atasca, Messi escuchará las primeras quejas y las escuchará cada vez que haya problemas en el campo. El fútbol tiene más estómago que memoria. Esto también afecta a Messi. Lo va a notar. Podemos estar ante la consecuencia de una de las  primeras torpezas del entronado dios del barcelonismo. La caída de los dioses o Messi es humano, demasiado humano.