El FC Barcelona cerró la pasada madrugada uno de los mercados de fichajes más ridículos que se recuerdan en el mundo del fútbol. La inesperada marcha de Neymar dejó en las arcas del club nada menos que 222 millones de euros, un montante con el los aficionados esperaban que desde la directiva dieran un golpe sobre la mesa a base de fichajes.
Y es que tras un final de temporada para olvidar y un mes de agosto nada esperanzador tras el baño recibido en la Supercopa de España, la necesidad de incorporar caras nuevas era más que una obligación para Bartomeu y cía.
Hoy, 2 de septiembre, el nuevo Barça lo forman Paulinho, Deulofeu, Semedo y un Dembelé cuyo precio él mismo se encargó de censurar él mismo durante su presentación. Así están las cosas en el Camp Nou. Ni Coutinho, ni Mahrez, ni Di María, ni Verrati… Ni nada de nada. Eran «uno o dos fichajes», según palabras de Robert Fernández hace unos dias, y finalmente no ha sido ninguno.
El ridículo desde los despachos ha sido de aúpa, y ahora tan solo queda esperar a un Messi que este año tendrá mas horas extra que nunca y a un Ernesto Valverde que tendrá por delante un reto hercúleo. El de renacer a un Barça que pedía a gritos una revolución en mayo y que ha vagado durante el verano en busca de Dios sabe qué. 2 de septiembre y 9 meses por delante. Miedo.
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