Inicio At. Mancha Real El Mancha Real gana en Villacarrillo y hunde más al colista (0-1)

El Mancha Real gana en Villacarrillo y hunde más al colista (0-1)

Compartir

Diego J. Gónzález.- Que un recién descendido de Segunda B con presupuesto y plantilla para volver doblegue a un equipo humilde proveniente de División de Honor, no es noticia. Que el Atlético Mancha Real haya logrado su primer triunfo a domicilio y en un derbi  –tras el precedente del miércoles pasado-, podría serlo. Que el Villacarrillo CF siga con cero puntos tras seis jornadas, ya sí lo es.

El cuarto duelo entre comprovincianos de los numerosos que se disputarán esta temporada se saldó con la victoria del cuadro de Rizos por 0-1. Balsámico triunfo que los acerca a puestos de play off y ahuyenta los posibles fantasmas que hubieran podido planear tras la dolorosa derrota frente al Martos en la jornada pasada. Por contra, nueva dosis de realidad para los celestes, a quienes el “sueño” de su regreso a Tercera se les va tornando en pesadilla, de esas en las que por mucho que corras nunca encuentras escapatoria, salida, de un lugar inhóspito y ajeno repleto de peligro.

El ambientazo de la grada no se trasladó al césped en los primeros minutos. Las imprecisiones y el conservadurismo se erigieron como protagonistas. Era evidente que los visitantes mostraban más empaque y poseían más calidad a la hora de asociarse, mas dicha superioridad no se traducía en acercamientos al área contraria. El partido era brega y poco más.

Pero llegó la salsa, la polémica: Carlos Fernández Moral. El colegiado perpetró una exhibición de cómo desquiciar a casi un millar de personas en pocos minutos, desde a jugadores de uno y otro bando a ambas aficiones, pasando por los entrenadores o el delegado de campo. Tarjetas inverosímiles, parones de juego inexplicables y decisiones grotescas que por suerte no trascendieron en el resultado y que “hermanaron” a verdes y celestes a la hora de suplicar que el juego fluyese, que de eso se trataba. Su mejor “hit” quizá fue la absurda amarilla que mostró a Cuevas cuando entró en el cambio, supuestamente sin permiso, bajo la incredulidad del respetable. El  verdadero “trending topic” de esta Feria se hallaba aquí, no en la bandera de Padilla.

En la segunda parte los de Rizos dieron un paso al frente y paulatinamente crecieron ante un Villacarrillo menguante y desfondado. Corbacho ya avisó en el minuto 58 con un chut cruzado que obligó a Alberto a sacar su sempiterna pierna derecha a relucir para abortar el peligro.

Juanjo, ariete celeste, se dañó la muñeca izquierda en una caída e inexplicablemente continuó en el partido mientras Fran era sustituido para dar entrada a Soto. Sería el despropósito “telonero” del gran despropósito de la noche: el 0-1. Bauti, listo y vivo, aprovechó una pájara de concentración local para desde justo la divisoria del centro del campo efectuar un profundo saque de banda con dirección al área celeste; los centrales villacarrillenses no acertaron a despejar el balón y Corbacho se coló entre ellos para plantarse solo ante Alberto y fusilarlo a media altura. Los incomprensibles fallos locales se han convertido en una costumbre, como si asistiéramos a una entrega de “1000 maneras de morir” y los de Ruano se empecinaran en ganar el primer premio a la más absurda.

El gol dejó groggy al colista y Óscar Quesada pudo finiquitar el envite cuando dos minutos después, solo en el segundo palo, no acertó con su testarazo tras un saque de esquina.

Volvían las caras de desesperación en el plantel local, las cabezas agachadas. Es duro no ver recompensado el esfuerzo. Cuando se da todo lo que se tiene y los resultados no llegan, cuando jornada tras jornada los errores y los problemas se repiten y el eterno retorno nietzscheano de cuanto sucede es tangible. Pero esto es Tercera y luchar es como el valor para los militares: se supone. Aquí se exige además un cierto rigor, un plan “A” y un plan “B” por si acaso.

El físico importa. Para todo. Y al Villacarrillo se les hacen muy largos los noventa minutos. Por contra, los de Rizos presionaban incluso más con el paso de los minutos. Pedrito o Garrido no sólo mantenían con criterio el esférico, sino que asfixiaban a los zagueros locales para que no pudieran siquiera empezar la jugada.

El control verde y la jerarquía de hombres como Óscar Quesada abortaron cualquier atisbo de peligro para el área de Adri, y sólo Abraham, en una jugada embarullada, tuvo la opción de empatar, mas su chut se fue muy desviado. El Mancha Real, sin demasiados aprietos, se llevaba el partido.

Se impuso la realidad. La de un Mancha Real que estará arriba, peleando por colarse entre los cuatro mejores de un grupo cuya competencia es inaudita. La de un Villacarrillo pobre, exasperado, que “sale de una y se mete en otra”, como el próximo domingo, cuando tenga que visitar al filial del Almería. Gozar y sufrir, sueño y pesadilla. “Sabías a lo que venías”.