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Zidane y la extrema detracción

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 Eduardo Grenier.- Cuba. El aficionado del Real Madrid ahora mismo está restregándose los ojos, abriéndolos bien y preguntándose si lo que ve es fruto de la realidad o alguna pesadilla pasajera. Ciertamente, la situación del conjunto de Chamartín no invita al optimismo. Un trance gris desde agosto hasta la fecha ha convertido a los de Zidane, de un grupo triunfador y garante de confianza, a un cúmulo de estrellas vilipendiadas incluso por sus propios seguidores, debido al magro nivel futbolístico mostrado durante los últimos encuentros.

El último tropiezo ante el Tottenham por la Champions, el torneo fetiche de combinado blanco en Wembley, profundizó todavía más la herida del Real Madrid. En Liga, ocho puntos son la barrera con el liderazgo, en poder del eterno rival, el Barça. En la máxima competición europea, pese a que el cupo a la segunda fase es casi un hecho, la horrenda actuación en la Catedral del fútbol ha dejado en ridículo al vigente campeón.

A saber, todas las flechas de culpabilidad están giradas hacia Zinedine Zidane. Cuando las cosas marchaban bien en el Madrid, el técnico francés jamás pudo escapar de sus detractores, quienes con un tacto detectivesco siempre encontraron carencias. No es difícil comprender entonces que ahora, en medio de este huracán, sea el principal señalado. Pero, ¿realmente tiene la culpa? Quitarle la responsabilidad que le corresponde en este lapso perdedor sería una locura. Zidane es el timonel del barco, y si el rumbo es equivocado, es él quien debe responder. Sin embargo, hay cuestiones que no están en sus manos.

El estado físico de los jugadores merengues, por ejemplo, no es el mismo del año anterior. Incomprensible. Antonio Pintus se mantiene como preparador, mientras las cargas seguramente serán las mismas que hace una temporada. Queda esperar pues, a que sea esta una etapa de transición y que, cuando se acerque mayo, la situación sea mucho más positiva.

Respecto a Zidane, algunos le acusan de su mano blanda. Otra vez. Ya se hace manido este ataque a grandísimos entrenadores en el Bernabéu. Por él fueron echados, entre otros, Carlo Ancelotti y Vicente del Bosque, ambos de manera injusta a los ojos de la inmensa mayoría del madridismo. Sin embargo, se sigue infligiendo en este error.

Mientras su relación de camaradería con los jugadores rendía sus frutos, con la pauta histórica de ganar del Champions de forma consecutiva, pocos hablaban. Sin embargo, la memoria falla, y ahora el ruidillo runrunea por las calles las del mundo entero. Zidane, simplemente, debe estar sufriendo más que cualquiera la situación, y de seguro buscará soluciones tácticas para enmendar las deficiencias.

Por cierto, si me preguntan cuál es la causa de esta crisis, diría que es la actitud de muchos jugadores. Un equipo grande como el Real Madrid no se puede permitir bajar los brazos luego de ganarlo prácticamente todo. Es inconcebible que un equipo invencible en agosto sea el hazmerreír en noviembre. Ayer, en Wembley, mientras su equipo perdía 3-0, Isco y Benzema se marchaban del campo caminando, sin siquiera hacer el esfuerzo de motivar una posible remontada. Ese no es el Real Madrid.

Por lo pronto, solo resta esperar la reacción blanca. Apenas estamos en noviembre y cuestionar las opciones de los de Zizou no es aconsejable. Este conjunto ha demostrado varias veces que en situaciones adversas se sienten como “peces en el agua”. El próximo fin de semana Las Palmas será el termómetro. Si aparecen los goles de CR7, Isco continúa creando magia en el medio campo y Sergio Ramos retoma el liderazgo que le corresponde por méritos propios, habrá que hablar otra vez del campeón de Europa.