Inicio Opinión Antonio Oliver Jose Mari, lesionado contra el Zaragoza, se pierde la temporada

Jose Mari, lesionado contra el Zaragoza, se pierde la temporada

Compartir

El Cádiz CF informa que, en el día de hoy, a su jugador José María Martí Bejarano, «Jose Mari», le ha sido practicada una intervención quirúrgica, como consecuencia de la lesión producida en el partido jugado contra el Real Zaragoza. Tras la intervención se ha informado, que el jugador cadista sufre daños en el menisco y en el ligamento cruzado anterior, por lo que se ha decidido proceder a una plastia del ligamento. Para el jugador de Rota se ha terminado la temporada. 

José Mari jugó desde niño. Vivo, inquieto y curioso desde crío, tuvo en el balón lo necesario para que su imaginación volara. En Rota empezó a relacionarse con la pelota y, hasta hoy, aquella obsesión no se ha resentido. Al contrario. El fútbol ha puesto a prueba a José Mari. Le ha dado cosas pero, de cuando en cuando, lo somete a una prueba de fidelidad. Ahora es el caso.

Salió del sur, tras pasar por el Sanluqueño, para jugar en el Murcia B. El Real Murcia bajó y su filial, el equipo de José Mari, se fue a Tercera. Encontró la salida en un histórico del fútbol español. Llegó al Real Jaén. Aquella buena noticia, esa salida hacia arriba, no tardaría en convertirse en un calvario. El Real Jaén encalló en un litoral de arcas vacías y los jugadores vivieron una temporada de penurias, estrecheces y heroicidades. Nadie supo dar respuestas y los jugadores del conjunto jienense se organizaron en plataforma de salvación para sus propios hogares. Rifas, sorteos de todo tipo, solidaridad de los jienenses y de amigos futbolistas, autogestión en toda regla: “En Jaén, aquella temporada, aprendí mucho. Aprendí a hacerme un hombre”.

José Mari dejó en Jaén una impronta de líder, más allá de los terrenos de juego. Movió al vestuario, hizo que la cohesión no destruyera el trabajo y que, en mitad de muchas necesidades, se mantuviera alta la cabeza e intacta la dignidad. Fue un trabajo de todos pero él tenía carisma. Había un grupo de futbolistas jóvenes y de jugadores con responsabilidades sobre sus espaldas. Todos anduvieron rectos y driblaron la dificultad.

La temporada siguiente el Real Jaén jugó play-off de la mano de Manolo Herrero pero se quedó en puertas. La Ponferradina se cruzó en su camino. Herrero cuando habla de Jose Mari, describe a un jugador importante: «Rápidamente congeniamos. Era un jugador de equipo. Humilde, sencillo. Muy profesional y muy constante en el trabajo. Era vital, enérgico y muy compañero.  es uno de esos jugadores imprescindibles en un equipo. Es un líder nato. Sus compañeros le escuchaban, respetaban sus opiniones. Tuvimos la suerte de tener un jugador como él «.

Para José Mari, aquellas temporadas, fueron una plataforma de la que todavía no se ha bajado. Acabó firmando por el Zaragoza B pero, sin jugar ni un partido con el filial, firmó contrato profesional y debutó con éxito en Primera División. Manolo Jiménez, su entrenador en el Real Zaragoza lo recuerda así: «Es un jugador de club. Honrado, trabajador, disciplinado. Tiene calidad pero su gran virtud es recuperar muchos balones y jugarlos fácil al compañero, dando siempre apoyos y ayudas sucesivas…».

Para el niño que empezó jugando en los escalafones inferiores de la Roteña, se había cumplido un sueño. Estaba donde había que estar para comprobar cómo son las cosas imaginadas. Bernabéu, Camp Nou, San Mamés…lo que se ve por la tele. 2012 fue una año mágico. Fue su debut, frente al Valadolid, en Primera. Ahí prolongó su aprendizaje y vivió las dos caras del fútbol. La de jugar y la estar a la espera.

En el mercado de invierno de 2014, en su segunda temporada en el Real Zaragoza, decidió probar el fútbol de EE.UU y firmó por Colorado Rapids. Experiencia positiva, pero su carácter competitivo y la calidad que había cultivado le abrieron las puertas del Levante. Volvía a la Primera División. Tras concluir su contrato con el Levante recala en el Cádiz y ahí ha instalado su campamento. Echa las raíces del alma, las que jamás se pierden.

El Cádiz C.F, su afición, el equipo y el cuerpo técnico tienen un referente en José Mari. Alguien que habla y siente como ellos. No necesita mucho este jugador para hacerse querer fuera del campo y, en el terreno de juego, tiene una virtud muy trabajada, la facilidad de convertirse en faro cuando juega bien y, si no tiene su día, representar para sus compañeros una luz de ánimo en mitad de la niebla. Si él está…todo es posible.

Acaba de ser operado. Desde la misma cama del hospital, esperando que la epidural se vaya disolviendo para devolverle la sensibilidad y el ánimo motor, el futbolista nos cuenta cosas de esa operación y recordamos tiempos en los que él estaba en plena escalada. No ha cambiado: animoso, locuaz, positivo y razonable.

Sin duda José Mari ha encontrado en Cádiz su casa y en el equipo su rincón de seguridad. Ansioso por estar cerca del equipo, está convencido de que sus compañeros harán todo lo que él no puede hacer ahora para lograr el objetivo: “Estoy loco por estar cerca del equipo y gritarles para que no pierdan el ánimo. Me falta mucho tiempo para volver pero estoy deseando de estar con mis compañeros y ayudar como sea”. Es un líder. Se ha hecho a fuerza de apretar los dientes y ahora disfruta de todo lo que tiene porque, alguna vez no lo tuvo, y sabe lo que cuesta. Volverá con más fuerza y con el Cádiz en Primera. Sería el mejor premio para después del dolor. Se lo merece.