Inicio 1ª División Las aficiones, el ruido y la música

Las aficiones, el ruido y la música

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El Real Madrid quiere a Neymar. No sé si lo que quiere, si quieren que lo quiera o si lo puede querer. Lo cierto es que, está demostrado, la insistencia crea realidad o apariencia de realidad que es, poco más o menos, lo mismo.

Da igual que Florentino Pérez se haya planteado o no fichar al brasileño. Lo que es rotundamente cierto es que los madridistas viven un debate apasionado. Ya se discute si la magia del exbarcelonista pesa más, que el «peso» de su corte, de sus caprichos de adolescente entrado en años y de los cientos de millones de la operación.

Ahí está la afición del Real Madrid. Como el niño que se cansa de un juguete porque se ha roto o tiene las pilas gastadas. No piensa en arreglarlo ni en cambiar las pilas…quiere uno nuevo. Quiere un equipo nuevo con Neymar y Kaine. Sin Cristiano ni Benzema ni Bale

Cristiano tenía que haber sido vendido hace tiempo, Isco ya no es el que era y Asensio no es tanto como se ha dicho”. Esto ya lo he escuchado y con la severidad de las afirmaciones rotundas, las que se emiten con la fuerza de la verdad absoluta.

Nada extraño. Es lo mismo, o parecido, que escuché cuando el FC Barcelona perdió la Supercopa de España en agosto: “Este año el Real Madrid nos barre. Valverde no da la talla para este equipo. Messi pensará más en el mundial. Iniesta…” Misma situación, mismas afirmaciones, misma seguridad al expresarlas.

Esas afirmaciones tienen la importancia que tienen, es cierto, pero es una forma de ver cómo interpretan las aficiones el fútbol. Son dos ejemplos muy actuales. La pasión crece y arrastra los valores, la lealtad y el cariño. No se trata de callar ante la ruina o el mal momento, es otra cosa.

La afición es un grupo reducido de incondicionales que hacen crítica y que sufren y se alegran con el equipo pero que, jamás insultan a sus jugadores ni reniegan de sus colores en la derrota. Luego están los espectadores que son “aficionados a tiempo parcial” pero ellos son el ruido del fútbol, la música son los otros. El fútbol, todavía, suena bien pese a las caceroladas coyunturales que lo convierten en un cencerro, escandaloso y  desafinado.