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Talento, control y pase: Rafi Espino

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Diego Delgado.- Un rectángulo, un balón, un sueño y, grabado, el recuerdo de gran futbolista. A mediados de los setenta, Cruyff comenzó a marcar el tiempo de mucha gente. El movimiento armónico de su cuerpo, sirvió de linterna para más de uno.

Recuerdo en Mazagón, en un campamento de verano cómo, por las tardes, nos mostraban su día a día en los campos de entrenamiento de Amsterdam. Al tiempo, Rafi Espino, ya intentaba esconderla con la izquierda, intentando emularle. Equilibrio puro; dominio de las dos piernas, de las dos partes del cuerpo; alegría en el juego. Inteligencia completa, juego colectivo, carácter, madera de líder.

Pase acompasado al movimiento del compañero, ni más ni menos. Perfecto. Suficiente para seguir pensando, para seguir proponiendo. Es fácil querer  “ la bola” con Rafi. Te incita a buscar, a atreverte, a seguir apoyando. La facilidad para `proponer con sentido, está reservada para los elegidos.

Las dudas se resuelven cuando acomoda el cuerpo. Acomodarlo facilita el pase, el control, el tiro, el gol. ¡La velocidad!  Pero la velocidad del balón, de la idea, del fútbol.

El fútbol es un sentimiento que casi siempre  se transmite con un balón, con una diagonal, con una pared, con apoyos constantes. Este fútbol estremece, no cansa.

Para mí y para muchos  que hemos tenido la suerte de verlo o, mejor aún, de jugar con él, hemos tenido alguna vez estas sensaciones.

Rafi Espino comenzó pronto a independizarse junto al balón. De la mano de un familiar, con diecisiete años, se desplazaba los domingos  hasta Jaén para jugar en competición. Allí jugaba con un equipo llamado “ Barrio Puerto Rico”, cercano a la plaza de toros. Allí conoció a Jose María Hornos, quien le ayudó a integrarse en un grupo nuevo.

Al año siguiente ya con18 años, comenzó sus estudios en Jaén,  en la antigua escuela de Magisterio, frente al viejo campo de la Victoria.

Comenzó a jugar con el Jaén amateur: “ Creo que era un filial del R. Jaén. Allí tuve compañeros como Sánchez Amezcua, Otilio, Antonio del Moral, de quién guardo un gran recuerdo; recuerdo otro gran jugador llamado “Nano”, era un centrocampista llegador; o el actual míster del Oviedo Juan Antonio Anquela. Anquela  antes de ser un gran entrenador fue un gran jugador; pasional como ahora.”

Posteriormente , aún estudiando Magistrerio,  Rafa se marcha a jugar a Jódar  en la época presidencial de Serrano Gámez. Allí estuvo jugando dos años. Jugó junto a Antonio Utrera, natural de allí y residente en Villacarrillo desde hace más de 34 años: “En Jódar vuelvo a coincidir con  Antonio del  Moral . Los entrenadores fueron Díaz Miguel, Miguel Vela  y el mítico Antoñete. El míster se llevó ese año a Parra, delantero centro que acabó jugando en Villacarrillo; también coincidí con Velasco, Bibi y Manolo Rueda».

Con 20 años, quiso irse al Ubeda, pero el equipo de Jódar se niega a darle la carta de libertad. En esta época, Rafi Espino tenía una persona de confianza que hacía las veces de representante, llamado ”Galbis”: “Desde muy joven recuerdo tener una sensación muy alta de control de balón. Había una zapatería en Villacarrillo “ Zapatería Pallarés” . Había una persona trabajando llamada Manolo. A menudo le pedía unas pelotas verdes pequeñas llamadas “ gorila”. De joven me atraía la idea de golpearlas con ambas piernas sin dejarlas caer al suelo. Había otras pelotas algo más grandes pero difíciles de controlar con las que practicaba mucho. De esta forma cuando entraba en contacto con balones de cuero la sensación de dominio del balón era muy alta. Descubrí que practicando con otro tipo de pelota más difícil, llegaba a controlar mejor el balón de cuero.”

El joven futbolista estuvo marcado por una relación muy pedagógica con su padre: «Tenía grabado  muchas conversaciones con mi padre.  Mi padre me enseñó a ser independiente. Esto ha sido una máxima en mi vida».

El continúo movimiento de Rafa le lleva hasta Caravaca en Murcia, a través de un paisano de Villacarillo. Allí jugó durante año y medio. Económicamente estaba bien pagado.  Sufrió una lesión de hombro y decide regresar a VIllacarillo.

Hasta entonces había solicitado prórrogas  para posponer el servicio militar. En Enero de 1978 decide servir a la patría y le toca  marchar a Vitoria.

Existe una persona, pegada a la realidad de Rafa. Justo cuando comienza allí, Antonio del Moral termina sus obligaciones en el mismo sitio. Éste le facilita el camino para que pueda jugar mientras hace la mili, en el equipo Michelín de la zona. Le tocó estar 14 meses en Vitoria.

Una vez que termina,  ficha por el C.D. Villanueva. «Tenía entonces 23 años . Ya llevaba varios años fuera del ambiente de mi casa, y la idea de independencia , con todo lo que eso implica, la tenía muy acentuada».

Estando en Villanueva Rafa, Rafi Espino recibe una propuesta para ir a probar al R. Jaén.  Le atraía la idea de jugar en la capital, pero económicamente veía cierta dificultad. Tras mes y medio , entrenando a las órdenes de Roberto Gil , Rafa causa  gran sensación y el míster autoriza que se quede. “Roberto Gil lo tenía claro y así me lo trasladó. Estuve muy tentado, pero para quedarme en Jaén necesitaba bastante más de lo que me podían  dar y no tuve más remedio que rechazar la propuesta”.

Vuelve a Villanueva para completar el tiempo que quedaba y posteriormente se traslada a jugar con el C.D. Villacarrillo.

Terminó sus años de futbolista,  jugando en el equipo de su pueblo. Sus últimos entrenadores fueron Redondo, un portento físico; Juan Lucena  y Gregorio Manzano: “Lo mío reconozco que es raro. Seguidor del Madrid, ídolo desde pequeño de Cruyff y me gusta el juego de toque del Barcelona. Estuvo viviendo durante un tiempo en Cataluña , y supongo que esto me ha influido.”

Nuestro protagonista de hoy, me ha contado sus recuerdos con intensidad en la  mirada. Le ha “revuelto” revivir. A menudo ha movido las piernas. Su sonrisa hablando de fútbol, a mí me traslada pasión. Le ha gustado volver a contar su “ pase”.

Lo vi de muy joven cuando  el Veracruz estaba armado con porterías de tres palos torcidos. Cuando él venía de Murcia, y subía a entrenar solo, sus toques infinitos con las dos piernas, marcaban el camino.

Tuve la suerte de compartir algunos entrenamientos con él. Para coger confianza lo mejor era ponerte a su lado y buscarlo con el balón. Su atrevimiento en el juego invitaba a soñar. Su pase transportaba confianza. 

Con toda seguridad , ha sido el mejor de los que por aquí hemos visto desde hace muchos años. Algunos piensan, entre ellos yo, que tenía cualidades para haber jugado en categorías muy superiores. Igual le faltó ambición o le sobró independencia.