Se veía venir. No es ser oportunista. El Barça ha jugado sobre un finísimo alambre durante toda la temporada. Invicto en Liga, finalista en la Copa del Rey y con pie y medio en Champions. ¿Qué podría pasar?
El Barça ganaba partidos y casi títulos en el mes de enero, pero estaba muy lejos de ser el Barça. Las victorias llegaban con lo justo y necesario, sin florituras, sin generar demasiado espectáculo, sobre la bocina.
A los aficionados les valía, hasta hoy, hasta que ha llegado un batacazo que era impensable a las 20:45 horas. La Roma, la perita dulce, todos veían al Barça entre los cuatro mejores de Europa una temporada más, menos ellos mismos, según dijo Valverde en la previa.
Pero los azulgranas han pagado en la ciudad eterna una temeridad con la que han ido lidiando en muchos partidos esta temporada. Messi se borró, ni rastro del argentino y ni rastro de un equipo que ganó en la ida pero que tampoco convenció en su propia casa.
Parece injusto decirlo, pero el 3-0 en Roma borra parte una temporada sin brillo pero a su vez inmaculada. El Barça puede ganar el doblete, pero el grano que le salió hoy en Italia quedará para la historia.
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