Inicio Opinión Antonio Oliver Valverde y Guardiola, ante el espejo. Maneras de perder

Valverde y Guardiola, ante el espejo. Maneras de perder

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La noche del espejo. Champions en Roma y Manchester. Dos ciudades para revelaciones incontestables. Dos ciudades y un espejo: el fútbol. Barça y City tuvieron que ver una imagen de ellos mismos que jamás hubieran imaginado. Sin embargo lo que vieron es lo que hay. Cada equipo sufrió la deslumbrante y cegadora luz de su impotencia. Cada cual tiene un estilo. Cada entrenador un discurso.

Valverde salió asumiendo su responsabilidad y recordando lo difícil que es todo en fútbol. Es un técnico equilibrado. No se esperaban declaraciones más allá de la decepción y el dolor de la derrota. Solo les queda no empañar más una temporada perfecta hasta hace unas cuantas horas. Él sabe que si cumple con los objetivos todo será más fácil y que su final, ahora, es la de Copa del Rey. No caben más errores y va a jugarla con una extraña presión que no esperaban a esta alturas.

Guardiola siguió con su discurso de la sala de prensa en Liverpool: Mateu Lahoz. El entrenador del City jugó dos partidos. Uno dirigiendo a su equipo en el campo, mientras estuvo, y otro que lo llevó fuera del terreno de juego en una conversión escalofriante. Se “mouriñizó”.  Supongo que a esta hora, si él no ha caído en la cuenta, alguien le habrá explicado que perder cómo su equipo perdió con el Liverpool no se puede explicar apelando a un árbitro español ni a un triunfo del Real Madrid frente al Bayern. No es eso. Me gustaría pensar que Pep es consciente ya, de que ridículos de ese tipo solo alargan y agrandan el efecto de una derrota sin paliativos.

Son dos descalabros muy importantes. Dos descarrilamientos no previstos por los pronósticos. El Barça se baja de una competición en la que tenía puestas las esperanzas como la guinda, a una grandísima temporada. Perder y la forma de hacerlo, fueron un crudo cara a cara con una realidad de la que se hablaba, pero que se justificó siempre por la practicidad y los buenos resultados. Todos, o casi, convinimos en eso.

El City vuelve a caer en el camino. No es fácil ganar una Champions. Dicen que hay un componente grande de suerte cuando se gana. La suerte siempre está ahí pero, en partidos grandes, entre grandes equipos, con la suerte en gramos, los resultados se definen por la calidad y la eficacia en dosis abundantes. A Guardiola, para terminar su obra, le hace falta un equipo y eso no se improvisa. Puede elegir el camino de la perseverancia, aliñada con dinero para mejorar posibles goteras, o el del esperpento y los ladridos a la luna, con los que se mostró al mundo después de ser atropellado por el Liverpool.

El Barcelona perdió mucho también y no hubo estridencia ni masticaron arena. Lo explicaron sin desgarros innecesarios. Con dolor pero con elegancia. A Guardiola le hubiera costado muy poco.