Inicio Opinión Antonio Oliver Torres, el Mago, y el truco más viejo de la historia

Torres, el Mago, y el truco más viejo de la historia

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El CD. Torreperogil ya es equipo de Tercera División. Se ha consumado un hecho acariciado desde hace semanas. Ha sido el resultado de una campaña  construida a partir de la prudencia y sobre la realidad de objetivos razonables.

No se verbalizaron horizontes quiméricos y, desde el principio, se trazó un camino largo y de pasos seguros. Los pies en el suelo y la cabeza sobre los hombros. Esa era la hoja de ruta y, para que todo obedeciera a los principios deseados, lo más importante debía resolverse con eficacia.

El entrenador tenía que reunir condiciones como para garantizar que, cuando las cosas fueran bien, no hubiera euforias injustificadas y, si las cosas iban mal, tampoco se produjeran tensiones inoportunas o depresiones innecesarias. Experiencia, juventud y criterio: Torres.

La Directiva del Torreperogil echó mano de todo eso en la persona de un técnico que estaba cerca y que no necesitaba muchas explicaciones sobre lo que era el club y de lo que se esperaba de él. Desde aquel momento hasta el domingo pasado la temporada del CD. Torreperogil ha pasado por todos los momentos por los que suele pasar un equipo de cualquier categoría. Sin embargo, a medida que avanzaba la campaña, se iba concretando una línea clara de objetivos no pensados. Se podía ascender.

En ese momento comenzaron las sensaciones más complicadas de controlar. Por una parte el deseo de la afición que, domingo a domingo, veía cómo su equipo ganaba y emitía señales de grupo solvente, hasta el punto de terminar sin perder ni un partido en casa. Por otra, el equipo y el entrenador, que debían seguir ciñéndose al guión sin dejarse distraer por la buena clasificación y las buenas prestaciones del conjunto. El equilibrio que separa la realidad de los sueños.

Sin embargo todo se acabó precipitando y el cuadro de Torreperogil se empezó a colocar en lo alto de la tabla, con maneras de líder sólido.  Esos no eran los planes pero las cosas se habían hecho de la forma correcta y el fútbol, extraño tantas veces, en esta ocasión premió la prudencia y el trabajo bien hecho.

Las cosas parecían encarriladas y, con los sobresaltos justos, el equipo se aproximaba al ascenso. Era un hecho que ya, a fuerza de ganar partidos, todos tenían asumido. Subir era un verbo que se empezó a conjugar con normalidad.  Había muchísimas posibilidades de que Torreperogil tuviera equipo en Tercera División. Sin embargo todavía tendría que superarse un momento de duda que podía ser una anécdota o que podría haber desequilibrado al equipo en el último tramo de la liga.

El Real Jaén, tras la renuncia de Ballesta, quiere a Torres para encomendarle la misión de llevar al conjunto blanco a la liguilla de ascenso a Tercera. Tambores de preocupación en Torreperogil. Alerta roja. La oferta era muy atractiva. El Real Jaén, como se ha demostrado, lo único que necesitaba era un poco de normalidad.

Torres,  no podía ser de otra manera, escuchó y analizó. El técnico linarense sopesó todo. Pensó en la oportunidad que se le abría como entrenador. Era una oferta deportiva, económica y afectiva.  Muchas cosas juntas.

Después de echar todo a enfriar dejó a un lado el “asunto” Real Jaén y se inclinó por las cosas del corazón, por la fuerza del grupo con el que vivía desde hacía meses y al que estaba llevando al ascenso. El entrenador lo valoró, lo agradeció y siguió su camino: “Más adelante. Algún día será” debió pensar.

El domingo pasado ascendió con su equipo y cumplió, de sobra, el encargo que la directiva le hizo cuando le contrató: “Queremos que la gente vaya al campo y se divierta”. Felicidades al equipo, al entrenador y, especialmente, a la Directiva que supo volar bajo, para terminar tocando el cielo con la mano. Supieron pedir lo posible para que Torres, el Mago, hiciera el truco más viejo de la historia. Hablar, explicar, convencer y trabajar: Ascenso.