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El portero y sus circunstancias

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Deja los guantes. Se desnuda y busca las duchas. Es el momento en el que el agua, arranca el sudor, los restos de hierba, la tierra. Ahora el portero se queda solo con las imágenes del relato que acaba de terminar. Al fondo escucha una banda sonora de voces entrecortadas, de gritos que  permiten la expresión de la impotencia o la liberación de la alegría. El jabón hace su trabajo, limpia y suaviza, mientras él sigue viendo, con los ojos cerrados, todas las imágenes de las que ha sido protagonista. Una película.

El portero, cada vez que sale al campo, juega dos partidos. El de todos y el suyo. Vive pendiente del juego del equipo y de otro juego, que se convierte en un diálogo permanente entre él y las amenazas del balón. Son jugadores de fútbol, pero el fútbol ha creado un espacio físico, anímico y ambiental para quienes juegan de portero. Su reino es un rectángulo con vistas al cielo y a una gran parcela en la que, a sus valedores, los tiene de espaldas y al enemigo de cara.

Para el portero el partido es como la vida. Tiene ratos buenos y momentos para olvidar. Sin embargo, como ocurre en la vida nuestra de cada día, hay quienes tienen más oportunidades y quienes deben a provechar bien las pocas que tienen. El partido le da pocas ocasiones a un portero para rectificar y resarcirse de los errores. Ese puesto imprime carácter, como un sacramento. El portero es un elegido y cuando acepta, sabe que va a vivir en el alambre que conduce a la gloria del héroe o al infierno de la incomprensión y la crítica más ácida.

Lo sabe y esa es la razón por la que entiende mejor que nadie que en el fútbol, como en la vida, todo es relativo. Vive el triunfo como un cometa que pasa iluminando el cielo pero es consciente de que, para los porteros, el instante siguiente puede ser fatal. Esa vigilia permanente les ayuda a apreciar intensamente los momentos de felicidad y a ser muy fríos ante lo irremediable de la «tragedia» ordinaria que supone encajar un gol. El portero ha aprendido a vivir completamente solo en mitad de la muchedumbre. Vive con él y sus circunstancias.