Inicio Opinión Antonio Oliver La Selección o el camarote de los Marx en Rusia

La Selección o el camarote de los Marx en Rusia

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Luis Enrique ha llegado y con él sus reglas. Nada especial, nada que no esté dentro de lo normal. Cada entrenador tiene su forma de entender la convivencia. Móviles de uso restringido, ausencia de días libres, viajes directos entre partido y partido, un andamio y alguna cosa más. Normas y usos que al nuevo Seleccionador le parecen fundamentales para construir la convivencia tal y como él la entiende. Está en su derecho. Es su “librillo” y lo aplica. Punto.

Sin embargo me ha sorprendido comprobar que, para algunos analistas, estas normas vienen a poner orden en el carajal que habían dejado Lopetegui  primero, luego Fernando Hierro y mucho antes, por lo visto, Vicente del Bosque. Parece ser que las concentraciones de la Selección, ese equipo que se plantó en Rusia sin perder un partido, habían sido algo parecido al camarote de los hermanos Marx. Desconozco si lo que se vivió en esas concentraciones fue eso. Me sorprendería que, si fue así, nadie haya dicho nada hasta ahora. Si la disciplina y la seriedad brillaban por su ausencia, me extraña que quienes ahora lo ven tan claro, no lo denunciaran entonces. Me cuesta entender la amnesia de entonces y la rotundidad de ahora.

Me consta que las relaciones con Luis Enrique, ojalá me equivoque, no van a ser fáciles. Ha llegado desmontando la sana costumbre de que, ya que las concentraciones son pocas, se puede hablar con él reposadamente en los medios. Creo que se equivoca y que hablar no compromete a nada. Él sabrá, es su «librillo». De todas formas, si los aplausos a sus medidas son un intento de acercarse al «sargento» para allanar caminos, me parece una medida tan poco inteligente como estéril. Creo que persigue más, molestar a los anteriores que ponderar al recién llegado.

Además, las medidas que implanta Luis Enrique son una consecuencia de su forma de ver las concentraciones y los cortos espacios de trabajo con los que cuenta como Seleccionador. No creo que vayan más haya por su parte. Sería terrible que no fuera eso y que se tratara de un gesto para poner en evidencia a los Seleccionadores anteriores. Sinceramente, no lo creo.

Me cuesta creer que Luis Enrique hubiera pensado en una maniobra de este tipo para seguir, en la línea de Rubiales, metiendo el dedo en el ojo de Lopetegui y Fernando Hierro. Creo que esa no es su guerra. Me niego a pensar eso porque entonces estaríamos ante el principio de otro circo, como el Circo Ruso del Presidente Rubiales. Ese si fue un desmadre. Circo es una palabra muy seria para definir lo que montó Rubiales, al son de las «comeduras» de oreja que se dejó hacer, aquella noche de las conversiones saúlicas.

Lopetegui está en el proceso de pagar, y muy caro, su decisión de firmar por el Real Madrid. Lo dije con Zidane y lo reedito para hablar de Lopetegui. Estoy seguro de que, como en el caso de Zidane, en esta ocasión la guerra tampoco va con Lopetegui. Tiene más que ver con el Real Madrid y su presidente. Lo dicho. Por la peana se adora al santo o por la peana se le atiza. Lopetegui, la única culpa que paga es haber dicho sí al Real Madrid. La historia se repite lo cual a los madridistas, a la vista de los resultados, no les desagrada demasiado.