Inicio Opinión Antonio Oliver Lopito y el Linares: el fondo, la forma y el tiempo

Lopito y el Linares: el fondo, la forma y el tiempo

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El fútbol, como los caminos del señor, es inescrutable. Guadianesco, caprichoso, lunático pero, sobre todo es justo. No se queda con nada de nadie. Hace unas semanas, con la pretemporada ya en marcha, el Linares dejaba fuera de sus planes a Lopito. Las decisiones técnicas son responsabilidad, como es lógico deducir, de los técnicos y, finalmente, las avalan los ejecutivos de la entidad. Están en su perfecto derecho.

Ahora que el portero, habiendo corrido serio riesgo de quedarse sin equipo, ya tiene el premio a su trabajo y a su honestidad sin mácula, me gustaría reflexionar sobre las incógnitas que dejó su salida.

Respeto profundamente las decisiones técnicas. Las respeto, porque quienes deben tomarlas son el entrenador y el director deportivo. Ellos son los que responderán del acierto o del error. La temporada avalará la medida o reclamará responsabilidades. Ellos sabrán lo que hay en el fondo de esta cuestión. Por ahí no hay caso. Sin embargo me resultaron chirriantes la forma y el tiempo.

Lopito no era un recién llegado. Era un jugador de club. Una persona que, de palabra y de obra, ha demostrado compromiso en el campo para su club y agradecimiento a la afición que siempre le ha correspondido con respeto y cariño. 

El portero fue urgido a renovar antes de comenzar la liguilla de ascenso. Se constituyó, junto varios compañeros, por criterios deportivos y de liderazgo, en parte de la columna vertebral del equipo de cara a la próxima campaña. Cumplió durante la temporada y cumplió en la liguilla. En el campo y en el vestuario. Pese a ello, de un día para otro, se le coloca en el “saco de los extraños”.

Con la pretemporada en marcha y con la mayoría de los equipos construidos se le pone en la puerta de la calle. Cierto que su contrato lo permitía pero no menos cierto que todo eso se podía haber hecho al día siguiente de terminar la liguilla. Creo que Lopito, como mínimo, se merecía ese trato no de favor, sino de justicia. En ese momento jugador y club tenían semanas para buscar equipo y para buscar portero. Desconozco las razones por las que no se hizo así. No había necesidad de un castigo como ese. Creo que el portero no lo merecía.

El entrenador sostiene razones técnicas que, como responsable asume. A mí, Arsenal lo sabe porque lo hemos hablado y le agradezco la deferencia al explicarme su versión, no me convence esa teoría. Es más, en Linares han circulado otras. Voy, para no volver farragoso el artículo, a citar dos.

Una de esas razones que se han manejado y por la que, según esa teoría, el entrenador, el director técnico y el club decidieron prescindir de Lopito es la que apunta a la responsabilidad del portero en el gol de La Nucía, que arrebató el ascenso al Linares. Esta razón me parece tan poco seria que no voy a detenerme mucho. El partido de La Nucía se jugó porque Lopito, entre otras cosas, estuvo acertado en la tanda de penaltis. Si Lopito falló y eso, para algunos, fue definitivo, fallaron todos los que tenían que haber marcado algún gol. Si todos hubieran cumplido, el último gol no hubiera sido trágico. La teoría no tiene fuste, es descabellada e infantil. Siguiéndola habría que haber puesto en la calle a muchos, demasiados. Descabellada.

La otra razón a la que me quiero referir es al malestar que, según otras corrientes, había en el club porque Lopito, en algunas declaraciones, dijo no saber qué iba a pasar en el futuro, pese a tener contrato en vigor. Lopito tenía contrato y en ese contrato, hasta donde yo sé, había una clausula aceptada por club y jugador, en la que se le abría la puerta, si un equipo de superior categoría se interesaba por él.  Si esa es la razón y se le ha castigado por “ponerse en el mercado” interpretando en ello una falta, entonces el Linares tiene que mirar despacio por si todavía hubiera alguna  decisión que tomar y dar más bajas en todos los segmentos del equipo. De locos.

Ya no tiene mucho sentido dar vueltas a esto pero Lopito debía haber salido del club por su propio pie y no de un empujón y a deshoras. Sin entrar en las verdaderas razones del despido, que seguramente conoceremos más tarde o más temprano, es un poco triste comprobar que nada cuenta la implicación y el mestizaje profundo del jugador con el escudo. Es la segunda vez que el Linares despide, después de una buena temporada,  a este portero y de su boca, nunca, ha salido una queja. Sus palabras siempre son de respeto a la entidad y de agradecimiento a la grada. La dignidad no se negocia.

Las historias se escriben línea a línea, con paciencia. Haciendo de la necesidad virtud y de la injusticia palanca para seguir. El fútbol es un boomerang implacable y siempre vuelve para terminar él, obras que se han empezado en su nombre. Esta es una historia pasada pero no estoy seguro de que sea una historia cerrada. Suerte al portero y al Linares.