Inicio Opinión Antonio Oliver España, por el respeto, a la golea frente a Malta (7-0)

España, por el respeto, a la golea frente a Malta (7-0)

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España ha jugado en un espacio de confort. Ir a Cádiz, encontrar una afición cálida, con el viento doméstico a favor y a un rival que llegó a no ser goleado, era un buen escenario.

Sin embargo lo que trasciende del partido que han hecho los jugadores de España es otra cosa. No es trascendente la cantidad de goles. No es el cuánto es el cómo. Los jugadores de Moreno se plantearon el partido como un ensayo general para una ocasión más importante. Malta padeció a una Selección de España que fue a por el partido, ya sé que es un topicazo pero también verdad, como si hiciera falta una goleada histórica. Presión, capacidad para anticiparse a casi todo, pelea por recuperar la pelota y velocidad para ponerla en modo ataque.

El partido fue un conjunto de movimientos precisos y a una velocidad que los rivales, en la mayoría de las ocasiones, solo podían mirar cómo circulaba la pelota, al tiempo que se amontonaban para hacerlos más complicados.

El partido se jugó en la portería rival. Pau López, Albiol y Ramos lo veían. El capitán recibió su homenaje y quiso rubricar con gol pero no obtuvo el premio esta vez. Albiol aseado en todo y al nivel que el ha dado al confianza del entrenador. Pau López recibió el calor de la grada cada vez que tocaba el balón para cosas intrascendentes, no había otra opción. Lo daba el día.

Sería un rosario de alabanzas describir lo que pasó de la línea de medios hacia adelante. Destacar a los goleadores, ejecutores de una armónica pieza coral. Morata, en idilio con el gol últimamente. Cazorla casado también en segundas nupcias con el fútbol. Pau Torres, llegar y dar el “do” de pecho. Sarabía, el que llegó tarde pero a tiempo para marcar su gol. Dani Olmo no marcó a la primera como Torres. Lo hizo en la segunda ocasión y con una calidad que le señala como llamado para cosas importantes. Era el quinto. Gerard Moreno que asistía pero al que el gol se le estaba resistiendo, tuvo su premio y firmó la media docena.

La traca siempre es al final. Jesús Navas, en su excelso momento presente, había hecho lo que viene siendo norma. Subidas desequilibrantes, movimientos generadores de espacios y centros malísimamente intencionados para el rival. Sin embargo decidió tomarse una licencia y hacer algo más. Sujetó un balón, mientras lo acomodaba, miró la posición del portero y en un disparo, de salida fortísimo, que se elevó superando a Bonello y que luego tomó un giro descendente con querencia por la red, cerraría la cuenta de España con un golazo.

Lo importante de este partido para mí, insisto, no es cuántos goles marcó España. Lo que debe aplaudirse es la enorme concentración y el enorme respeto con que se le jugó a una Selección menor pero que no había recibido, hasta este partido, una goleada semejante. España ha devuelto en goles el cariño que Cádiz le ofreció desde que pisaron la ciudad. Puntos y seguido.