Inicio 1ª División Exhibición sin final feliz ante el PSG (2-2)

Exhibición sin final feliz ante el PSG (2-2)

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Poco más de un año había pasado desde la última exhibición europea ante un gran equipo del Real Madrid. Fue en Chamartín, ante la AS Roma, y todos se la prometían felices ante la maestría del equipo de Lopetegui, camino de la décimo-cuarta. Pero la realidad fue mucho más jodida: el técnico, un més después (como si de un truco de magia se tratase, al estilo Art Attack) estaba en la cola del paro. La historia es cíclica, ya se sabe, pero eso no significa que se repita. Nadie se imagina a Zidane en el INEM de aquí a finales de año. Ante el París Saint Germain, uno de los grandes de Europa, se reeditó semejante exhibición, pero con un final no tan feliz. Los preliminares, ya se sabe, fueron maravillosos, pero no se supo poner la guinda final, salir de la plaza a hombros, fumarse el cigarrillo de después: españoles y franceses empataron tras dos minutos locos del equipo de Zidane.

En mucho tuvo que ver la inseguridad de Courtois. Fue el único jugador de los blancos que se mostró errático ante los parisinos, y entre él y Varane regalaron el primer tanto a Mbappé cuando el partido estaba sentenciado con el 2-0. Fue un error garrafal que hizo que el equipo entrara en estado de nervios. Aprovechando el caos, Sarabia, excanterano, puso el empate definitivo tan solo dos minutos después del tanto inicial del «7» galo. En la otra meta estaba Keylor Navas, que paró todo tipo de tiros y, probablemente, hubiese detenido un cohete si se lo hubiera propuesto. El aficionado mal pensado -Dios me libre- pensaría que el Real Madrid envió a la capital francesa al portero equivocado. Error histórico, como presentarle a un tu novia a Icardi. Precisamente, el argentino fue titular en la que pudo ser su casa, y provocó una roja a Courtois que fue anulada como otrora se anulaban los tantos en fuera de juego: el fútbol posmoderno, para lo bueno y para lo malo. Ellos salen ganando con el cambio de cancerbero, debió pensar Florentino, pero ya llorarán cuando, de aquí a poco tiempo, les quite a Mbappé para que corretee la banda del Bernabéu con la camiseta blanca y pura del equipo de la nación.

Y qué maravilla fue ver jugar al Real Madrid con la belleza que desprende un cuadro de Manet o una película de Paolo Sorrentino. El director italiano estrena en enero, por cierto, la segunda parte de su serie con el nombre «The New Pope». Y si hay un nuevo Pontífice en la Castellana este no es otro que Fede Valverde. Partidazo el suyo, imprescindible tal y como está en el once de Zizou, anticipándose a todos los balones en tres cuartos de campo. Y qué decir de Benzemá, autor de los dos tantos blancos. Se puede sacar la conclusión de que el francés ya solo juega para la historia, como Michelangelo cuando pintó la Capilla Sixtina. Hasta Isco se volvió a vestir de futbolista, y solo una mayor velocidad le impidió realizar un partido de etiqueta.

Y de justicia poética hubiese sido Gareth Bale, en el minuto 94 de partido, hubiese enchufado la falta directa que estrelló en la cruceta de la meta defendida por Navas. Los rezos del costarricense, en este acto, fueron más eficaces que todos aquellos que deseábamos que el galés cosiese la boca de los que no dejaron de pitarle desde que entró al terreno de juego. No es, precisamente, sinónimo de inteligencia vilipendiar a un jugador de tu equipo por muy mal que te caiga cada vez que toca el esférico, y más cuando tu equipo se juega tanto. Pero el partido acabó ahí. Las sensaciones del equipo siguen mejorando y las conclusiones que se han de sacar son positivas: Hazard es realmente determinante, Kroos está prácticamente en el mejor momento de su carrera y el equipo juega bien pese a estar de baja Lucas Vázquez.