Inicio Opinión Antonio Oliver Luis Enrique, el dueño de las escrituras, ha sido un casero cruel

Luis Enrique, el dueño de las escrituras, ha sido un casero cruel

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Luis Enrique ha explicado su verdad. Técnicamente es impecable. Él se fue y la condición era que podía volver cuando quisiera. Cierto. Esa vuelta era posible por la voluntad de la Federación y, no se debe olvidar, porque Robert Moreno aceptó seguir y tomar el relevo. Con otro entrenador Luis Enrique estaría con las mismas ganas, la misma ilusión pero sin sitio. Está porque Moreno se quedó y ahora se ha ido.

La vida quiso que la peor noticia confirmara la justificada ausencia del Seleccionador. Luis Enrique, en mitad de todos los focos, pudo comprobar que el mundo del fútbol le arropó, primero con un respetuoso silencio y luego con el calor que se puede dar desde fuera. Todo estaba como debía estar.

La Selección seguía su camino. La ausencia de Luis Enrique no fue traumática. Todo el mundo puso de su parte y los resultados se fueron dando. Robert Moreno ni miró atrás ni buscó atajos. Se puso al frente con todas las consecuencias. Si le salía bien esperaba la recompensa lógica si le salía mal, era consciente de que no podría estar ni de segundo. Se lo jugó todo a una carta. Ganó en lo deportivo y en lo humano. Solo hay que preguntar a los jugadores de la Selección. Entonces se despertó el apetito o el miedo de Luis Enrique.

Esa es la realidad del momento. La clasificación se produce – obviemos ahora la patética gestión del caso que hizo “espantorubiales”- y Luis Enrique ya estaba receptivo. Moreno, ingenuo, le plantea lo de volver después de la Eurocopa y es cuando Luis Enrique se vuelve a sentir Seleccionador/Emperador/Empoderado y tira de obediencias debidas, lealtades y de “tú quién te crees que eres”.

Técnicamente, insisto, lleva razón. Humanamente ha demostrado que es el que muchos que, seguramente le conocían mejor, decían que era. Reconozco que siempre, pese a su acidez y mal tono en las salas de prensa, me ha parecido una persona a la que le suponía buen fondo y un buen entrenador. La gestión de este asunto me sugiere que es egoísta, que no es generoso y que -tiene toda la pinta- ha tenido miedo de que Robert lo haga bien en la Eurocopa.

Pueden hacerle todas las palmas que quieran pero, para mí, Luis Enrique se ha dibujado como alguien que acomoda la realidad a su necesidad y que ser amigo suyo sirve de poco. Él entiende la lealtad solo cuando esa lealtad obliga a los otros y no a él. ¿Debió ser más leal con Moreno?. Da igual. Eso ya es anécdota. Ha enseñado los papeles y ha tomado su puesto. Lo demás es prosa poética. 

Luego está la gestión “desastre” que hizo el presidente pero eso forma parte de lo grotesco del personaje y no debo hablar de humor negro en un artículo de opinión que escribo con muchísima tristeza, porque esta mañana me he dado cuenta lo equivocado que estaba con Luis Enrique. Él es el dueño de las escrituras de ese banquillo pero no ha sido generoso con el inquilino. Lo ha expulsado sin miramientos. Cruel.