Comparado con los partidos repletos de intensidad y frenesí que proponían al inicio de la década Mourinho y Guardiola, el último clásico no se distanció mucho de una gala de Operación Triunfo o de un congreso en Vistalegre de Podemos. Los dos equipos demostraron la razón por la que ninguno va a ganar la Champions League ni se va a acercar a ello: espesos, sin olfato ni ideas, casi con hastío, como si se hubiesen tragado el globo de un bostezo, que escribiría Baudelaire. Ganó el Real Madrid, y lo hizo porque en la segunda parte puso más, y porque Piqué tocó el tiro de Vinicius que, como de costumbre, se iba lejos.
El FC Barcelona llegó líder a Chamartín con la idea de sentenciar el campeonato, con Quique Setién al mando. El santanderino, en pleno 2020, cree que es el demiurgo definitivo, el artífice de la pócima mágica final que cambiará el fútbol por medio del pase infinito, e infravalora cualquier táctica futbolística que no consista en realizar 36 pases horizontales por minuto. Es un «terraplanista» del balompié cuando, en realidad, su equipo no ha mejorado nada desde que ostenta el cargo.
En partidos como este triunfan los futbolistas de plomo, aquellos que ponen más entropía aún en el caos, que no tienen miedo en buscar riña en cualquier taberna. Por esto, Casemiro y Valverde fueron los mejores. Lo del uruguayo es una de las mayores explosiones del año y el público del Bernabéu ya tiene callos en las manos, de tanto aplaudirle, celebrado como si fuese un hijo suyo que acaba de hacer la Primera Comunión. !Verás cuando se enteren de que no es español! El brasileño, por su parte, fue un tormento para un desdibujado Messi, que no tuvo su día en la capital !Si hasta Marcelo le ganó una carrera al argentino!
Desde la grada, Cristiano Ronaldo compaginaba el encuentro con el visionado de su móvil, quizás entristecido por el nuevo modelo de pago propuesto por El País, quizás preocupado por el avance del Covid-19 que provocó la suspensión del partido de la Juventus contra el Inter. Pero el portugués pegó un respingo con la enésima cabalgada de Vinicius, que se desmarcó y anotó el primero del encuentro en el ecuador de la segunda parte, en un disparo afortunado. Merecidísimo tanto para el brasileño, que era el que más lo había intentado hasta el momento.
No pasó muchos apuros el equipo de Zidane tras el tanto de Vini. Griezmann, Messi, Arthur y el recién salido Braithwaite -fichaje estrella del equipo en el mercado invernal/primaveral- habían podido, sin embargo, marcar con anterioridad, y es que, pese a todo, el FC Barcelona es un equipazo. Courtois salvó varias ocasiones claras y en el último tercio del encuentro el equipo blanco se dedicó a guardar la ventaja. Gran partido de Carvajal, tras su desastroso encuentro ante el City. Y tampoco desentonó Marcelo, auténtica sorpresa en el once tras el buen hacer de Mendy en su puesto.
Ya en el descuento, el Bernabéu tuvo tiempo de disfrutar del último truco de magia. Tras cero minutos disputados en la presente Liga, Zidane decidió otorgar un minuto al delantero Mariano. Y tan estrecho margen lo aprovechó de la mejor manera posible: marcando el gol de la sentencia y dejando el ratio de minutos jugados/ goles de manera equilibrada y difícilmente inigualable: 1/1. Si no vuelve a jugar en el campeonato -que es probable, ya que Zidane confía tanto en Mariano como Felipe González en Pedro Sánchez- estaremos hablando de todo un récord.
Fotografía: Realmadrid.com
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